Ciegos, Gordos y Viejos.

Ante todo, deseo, que nadie se sienta aludido al leer este artículo, pero que todos los que lo lean reflexionen sobre su contenido. Y en caso de que alguien se sintiera aludido, le pido perdón por anticipado, ya que no era esa mi intención. Mi intención es despertar las conciencias, para que no se nos olvide que somos Hijos de Dios.

Una vez hecha la aclaración, comenzamos.

En los capítulos 2,3 y 4 del primero de los dos libros del profeta Samuel, (que espero puedan leer para mejor comprensión de lo que aquí se expone) se detalla sin ocultar nada, la actitud del sumo sacerdote Elí, y la de sus hijos Ofni y Finees.

Como familia sacerdotal, eran los responsables del servicio y la ministración de todo lo concerniente al culto del Dios de Israel, a pesar de que su comportamiento dejara mucho que desear, al abusar y aprovecharse del pueblo al que supuestamente debían servir. (1 Sam. 2:27-29)

Comportamiento este difícil de justificar delante de Dios y de los hombres. Por lo visto daban por sentado que al ser sacerdotes y futuros sumos sacerdotes, podían saltarse y menospreciar todas y cada una de las ordenanzas de Dios, cuando precisamente debían ser ellos, como sacerdotes de Jehová, los que debían ser ejemplo y testimonio, para el pueblo de Israel. Actitud que les condujo finalmente, a la perdida de su sacerdocio y a la muerte.

Ya que, se habían alejado tanto de Dios, que a pesar de ser descendientes de Aarón, el primer sumo sacerdote, y por lo tanto herederos de ese sacerdocio santo, perdieron toda relación con Dios y llegaron a no tener conocimiento del  Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; del Dios de Israel. (1 Sam. 2:12-17)

Lejanía y desconocimiento, que generalmente suele llegar al perder la visión, engordar y envejecer, espiritualmente hablando.

Lección esta, que todos, los que en la actualidad nos dedicamos o estamos al servicio Dios, deberíamos tener en cuenta.

Porque algunos o muchos de nosotros, al igual que Elí, estamos ciegos, gordos y viejos. (1 Sam. 4:15-18)

Ciegos, porque hemos perdido la visión, al dedicar el mayor tiempo posible, a que nuestro ministerio sea un ministerio reconocido y de éxito, sin esperar conocer cual es la voluntad o el parecer de Dios, con este proceder nuestro. Interesados mayormente en conseguir aplausos u honores de hombres. (Jeremías, 17:5)

Gordos, porque estamos orgullosos de nosotros y con nosotros mismos. Satisfechos e “hinchados” de lo que hemos conseguido al construir “templos” con capacidad para cientos o tal vez para miles de personas, y ser reconocidos como SIERVOS en mayúscula, o APÓSTOLES, (también en mayúscula) sin tener tiempo, para atender a todos aquellos que de nosotros necesitan, una palabra de aliento, al tener siempre la agenda “a tope” llena de programas e importantes reuniones u eventos. Tan ocupados siempre, que no tenemos tiempo ni para Dios. Todo lo contrario al Señor Jesús, que estaba y está siempre disponible para todo aquel que le requiera, a cualquier hora del día  y todos los días del año; sin importarle la condición social del que le busque y le solicite. (Ezequiel, 31:1-10) 

Viejos, porque todo esto está caduco, aunque nos parezca lo contrario y tiene los días contados, al estar alejados de Dios y haber permitido en la Iglesia de Jesucristo, la Casa de Dios, el acomodo de practicas y rituales o cosas semejantes, que solo satisfacen a los que las promueven, y que solo sirven para el entretenimiento de los que a ellas asisten, privándoles del verdadero conocimiento de Dios. (Amós, 5:21-24) 

Pero es muy posible, que no solo nos encontremos en esta condición, los que se supone nos dedicamos o estamos al servicio de Dios. Sino que muchos de los asistentes a nuestros cultos o reuniones, también están ciegos, gordos y viejos.

Porque, prefieren por comodidad que otros vean por ellos, y se conforman con que les lleven de la mano, sin ningún deseo de saber hacia donde les conducen. (Lucas, 6:39)

También, porque se alimentan de lo que les den,(aunque sea comida premasticada) sin importarles mucho de que tipo de comida se trate, ni de donde procede, conformándose solo con que tenga un sabor agradable en sus bocas, sin querer saber si les nutre o les daña. (Juan, 6:53-56)

Y que entumecidos por la rutina, no pueden llegar ni a cambiarse del lugar donde durante años se acomodaron, llegando sus asientos a tomar la forma de sus viejos, gastados y engarrotados cuerpos. (Efesios, 4:22-24)

Adjetivos “espirituales” estos,  (ciegos, gordos, viejos) que el Señor rechaza para todos los que son suyos. Así que,  sería bueno,  que todos lo que en alguna ocasión nos hemos sentido condicionados por esos tres adjetivos, bajo la dirección del Espíritu Santo, comencemos   a alimentarnos  convenientemente de La Palabra de Dios   para recuperar   la visión y el vigor espiritual en caso de haberlo perdido. Porque  el Señor  vino precisamente  para dar vista a los ciegos, verdadera comida a los hambrientos y un nuevo vigor a los cansados. Así que nosotros depende:

Por lo cual dice: Despiértate, tu que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo. Mirad, pues, con diligencia como andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cual sea la voluntad del Señor.  (Efesios, 5:14- 17)

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

Un comentario sobre “Ciegos, Gordos y Viejos.

  1. Me parece un artículo serio y riguroso además de acertado. He podido observar a lo largo de muchos años este fenómeno y coincido contigo Antonio en que si bién por un lado los pastores tiene una parte de responsabilidad de acomodarse hasta convertrirse en ciegos, gordos y viejos (yo añadiría tristes), no menos responsables somos los que nos conformamos con lo poco y lo cómodo y no exigimos la verdad: ¡Gracias! y que el Señor te bendiga a tí y a tu familia.

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