¿Dónde estás tú?

 

 

 

Es posible, que en alguna que otra ocasión, nos hayamos sentido que no estábamos en el lugar adecuado, ni haciendo lo que deberíamos hacer.

Momento ese, en que hubiéramos debido tener en cuenta la siguiente porción de La Palabra de Dios:

Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvamos a Jehová.  (Lamentaciones. 3:40)

Porque se cree, (algunos lo creen) que todos los que conocen a Dios, siempre están en el lugar adecuado y haciendo lo que deben hacer. A pesar de que algo en ellos, les diga lo contrario.

Así que, Biblia en mano, vamos a tratar de mostrar algunas situaciones, en las que personajes muy conocidos por los lectores de La Palabra de Dios, incluso por los que no lo son, se encontraban en lugares o situaciones donde Dios no hubiera querido que estuvieran.

El primero de ellos es Adán. Tenía Adán desde su creación una relación perfecta con Dios. (Gen. 1:28) Debido a esa relación, le dio el Señor el gobierno de todo lo que había creado; pero que a consecuencia de la desobediencia (rebeldía) de Adán, esa relación se quebró, y aunque de momento siguió viviendo en el huerto plantado por Jehová para él, asustado, se escondía de su presencia. (Gen. 3:8-10)

El segundo es Lot. Era este Lot como todos sabemos, sobrino de Abraham. Acompañó a su tío al ser llamado por Dios para que abandonara su tierra y parentela, alcanzándole al seguirle, parte de la bendición prometida a Abraham por Dios. (Gen. 13:1-5)

Pero llegó el momento que ya no podían tío y sobrino seguir juntos, y decidieron separarse, yéndose Lot a la ciudad de Sodoma, ciudad mala y pecadora. (Gen. 13:13) Perdiendo, sin pretenderlo, la cobertura espiritual (bendición) que de su tío había recibido. Impregnándose su familia, a pesar de que él era justo, de los usos y costumbres de Sodoma. (Gen. 19:36)

Y aunque había llegado a ser en Sodoma una persona importante, y llevara al Señor en su corazón, estaba en un lugar donde no debería estar; porque no le llevó allí el Señor, sino su propio ego. (2ª Pedro, 2:7-8)

Y por último Jonás. ¿Quién no conoce la historia de Jonás? Tal vez sea la historia más popular entre los niños, y los no tan niños. Pues bien, Jonás era un profeta; y un profeta, como todos sabemos, es la persona que habla a los hombres de parte de Dios, para edificar, exhortar, consolar, incluso para amonestar cuando es necesario.

Y como conocemos, muy bien la historia de Jonás no vamos a entrar en ella. Pero este profeta, yendo en contra de la voluntad de Dios, decidió desobedecerle. Encontrándose huyendo de la presencia de Dios, para no afrontar el encargo del Señor. (Jonás, 1:1-3)

Así que tenemos a Adán que a pesar de “tener relación con Dios”, vivía temeroso y escondido.

A Lot, que a pesar de “haber sido bendecido por Dios”, vivía rodeado de pecado; Pero eso sí, era un hombre importante.

Y Jonás, profeta de Dios, al que “el Señor le hablaba personalmente”, era terco y rebelde. ¿Curioso, no?

Hay quienes viven, (de los que conocen a Dios) temerosos y escondidos; Otros acomodados e importantes en medio del pecado, y otros huyendo para no hacer la voluntad de Dios.

Tal vez, sería bueno y conveniente, (eso creo) que con mucha tranquilidad y sosiego, reflexionásemos, sobre las situaciones que vivieron estos personajes y lo que hubiera sucedido, si Adán en vez de esconderse de Dios, se hubiera presentado ante Él, confesando su pecado y pidiendo perdón.

Y que Lot, al separarse de su tío, esperando en el Señor, no se hubiera ido a vivir a Sodoma; sino a un lugar donde el Señor le dirigiera y no donde él escogiera.

Y que Jonás, al oír la voz de Dios, inmediatamente se hubiera dirigido a Nínive, a proclamar la Palabra de Dios para esa ciudad.

Posiblemente hubiera cambiado la historia.

Al igual que puede cambiar “nuestra propia historia”, si somos lo suficientemente honestos para reconocer nuestras faltas y confesarlas, confiando plenamente en la misericordia de nuestro Dios. Si es que a pesar de tener una aparente relación con Dios, vivimos escondidos como Adán; avergonzados y atemorizados por si debido al pecado, se descubre, nuestra desnudez espiritual. (1ª Juan, 2:1)

O que, por mantener un estatus religioso-social elevado y brillante, consentimos de alguna manera el pecado en nuestro entorno, como Lot; sin medir las consecuencias que esta actitud nos pueda acarrear, pudiendo incluso salpicar a nuestros familiares más cercanos. Actitud que debemos desechar, al considerar el tamaño del engaño, y que vale la pena, incluso perdiendo fama y prestigio, renunciar a cualquier tipo de relación con el pecado, y buscar lo espiritual, es decir, la dirección de Dios. (Mateo, 16:26)

Y que, si al hablarnos el Señor, en vez de hacer oídos sordos; despistándonos y yéndonos a otro lugar, aunque sea de pensamiento, para no cumplir lo que se nos dice que debemos hacer, como Jonás, reflexionásemos y nos aplicásemos a obedecerle, con toda seguridad, seríamos mas que bendecidos; además, por nuestra inmediata obediencia al Señor, mucha mas gente recibiría aún, mayor bendición. (Jonás, 3:1-5)

Lo importante y de lo que se trata, es saber que lo que hacemos y el lugar donde estamos, es el lugar donde Dios quiere que estemos, haciendo lo que Él quiere que hagamos. No buscando nuestro propio bien, sino la voluntad del Señor.

Porque el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre. Amén y amén.

 

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

 

3 comentarios sobre “¿Dónde estás tú?

  1. Que podamos estar siempre delante del Señor sin avergonzarnos de nada, sería lo bueno y conveniente. Haciendo su voluntad por medio del Espíritu Santo.

  2. MUY INTERESANTE Y ESTOY DE ACUERDO EN PARTE PERO PONGO UNA CUESTIÓN, DEBIDO A LO OCURRIDO CON LOT Y QUE ABRAHAM TUVO QUE IR A RESCATARLO, TENEMOS EL RELATO DE MELQUISEDEC Y EN ALGUNA MEDIDA LA DOCTRINA APLICADA DEL DIEZMO Y LA COMPARACIÓN SACERDOTAL CON JESÚS.
    LUEGO; ¿LOT ESTABA O NO EN LA VOLUNTAD DE DIOS?

  3. Como siempre que leemos tus artículos, nos mueve a reflexión y nos conduce a una lectura más intensiva de La Palabra de Dios. Que el Señor continúe obrando a través de tí para el bien de todos.
    SILVIA Y CARLOS ROSITO

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