Escogidos por Dios.

 

 

Bienaventurado el que tú escogieres y atrajeres a ti. (Salmos, 65:4)

Nos enseña la Biblia que el Señor siempre tiene alguien preparado, (hombre o mujer), para que en el momento oportuno y en el lugar adecuado lleve a cabo su propósito. Y al ser tan numerosas las personas que el Señor escogió a través de la historia, vamos a centrarnos solo en dos de ellos, en Moisés y en Pablo, que tal vez sean los más cercanos, de los muchos que conocemos.

Era Moisés un varón judío que desde muy joven le inquietaba y preocupaba la condición de esclavitud en la que se encontraba su pueblo, a pesar de vivir en el lujo y la comodidad palaciega de Egipto. Y debido esa inquietud tuvo serios problemas, teniendo que huir y exiliarse. (Éxodo, 2:11-15)

Exilio del que le llamó el Señor para que en su nombre liberara al pueblo de Israel, de la esclavitud que sufría en Egipto. (Éxodo, 3:9-10)

Llamamiento al que no estaba dispuesto aceptar, alegando que era un don nadie, que tenía problemas con el habla, que no le iban a creer, y algunas cosas más.   (Éxodo, 3:11)

Pablo, además de ser un estricto fariseo cumplidor de la ley, era además el delegado del sumo sacerdote para perseguir, prender y encarcelar a todos los seguidores de Jesús de Nazaret, sin importarle desplazarse de ciudad en ciudad persiguiendo a los de la nueva fe, para apresarlos y castigarlos, incluso con la muerte. (Hechos, 8:1-3; 9:1-2)

También fue llamado por el Señor, y escogido para que de perseguidor se convirtiera en defensor y proclamador de la fe en Jesucristo. (Hechos, 9:3-6)

Y a pesar de haber quedado ciego, debido al encuentro que tuvo con Jesucristo, permaneció tres días ayunando, orando, y tal vez reflexionando, en lo que le había acontecido y en lo que durante ese tiempo, el Señor le reveló . (Hechos, 9:15-18)

Tanto al uno como al otro, aunque de distinta manera y sin esperarlo, les escogió el Señor. Lo único que tenían en común era que no se lo esperaban.

Esta es la forma en que escoge el Señor a todos aquellos que piensa utilizar: Lo hace cuando menos lo esperan. (Isaías, 65:1)

El primero de ellos, Moisés, era un anciano de 80 años, cuando el Señor lo llamó; padre de dos hijos, con un trabajo fijo, pastor de ovejas, deseoso de poder disfrutar (como cualquier persona de su edad) de una vida tranquila y sin sobresaltos, y le sorprende el Señor escogiéndole para que dedique el resto de su existencia, a todo lo contrario (supongo) de lo que él esperaba. (Deut. 34:7-12)

El segundo, un religioso arrogante, orgulloso de su condición social y enemigo de todo lo que fuera contrario a ideas o normas preestablecidas, sin importarle si estas eran correctas o no. Tampoco eligió Pablo, ser escogido por Dios. (Hechos, 22:3-5)

Ni al uno ni al otro, se le hubiera pasado por la cabeza que un día, el Dios que a su manera ambos creían conocer, les iba a escoger para realizar cada uno de ellos una misión que iba a cambiar la historia de la humanidad.

Moisés, como instrumento en las manos de Dios, para liberar al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto, guiarle hasta la tierra prometida y para dar a conocer unos estatutos (mandamientos) y leyes, que han sido fundamentales y lo aún lo son, para que impere la justicia y el buen de gobierno en muchos pueblos y naciones.

Pablo, el apóstol Pablo, como incansable proclamador en gran parte de la tierra por entonces conocida, del evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, hasta dar su vida por ello, además de ser el autor de la mayoría de los textos que componen el Nuevo Testamento.

En verdad, fueron poderosos instrumentos en las manos del Señor.

Pero no todo terminó con Moisés y Pablo, y tantos y tantos que mencionan las Sagradas Escrituras, ni con los muchos que a través de los siglos y hasta nuestros días, nos han precedido en la elección de Dios, sino que actualmente existe un indeterminado numero de personas anónimas que también sin habérselo propuesto, han sido escogidas por Dios. Y tal vez usted que está leyendo este artículo sea una de ellas, porque nuestro Dios siempre escoge (selecciona) la persona que mejor le parece, aunque a menudo no se tenga en cuenta su elección, por los que ellos mismos se consideran “los únicos escogidos” y más bien cuestionan a los escogidos por Dios. (1ª Samuel, 16:6-7)

Nuestro Dios, escoge y atrae a sí, a los que considera adecuados, sin importarle la raza, condición o el estatus social a que pertenezcan, sin fijarse en la apariencia física, sino en su corazón, para que una vez capacitados por el Espíritu Santo, vayan y hagan lo que Él ha establecido, porque sabe de antemano, cual es la persona idónea para realizar una determinada labor. (1ª Cor. 1:26- 29)

De tal manera lo sabe, que está escogiendo y seleccionando gente sin nombre, desconocida para muchos, pero conocidos por el Señor, hombres y mujeres que le adoran en espíritu y verdad, (como a Él le agrada) deseosos que el Señor derrame de su Espíritu sobre todo pueblo y nación, que no esperan recompensas de hombres, sino del Señor y que a pesar de su aparente debilidad y soledad, se sienten fuertes y seguros, porque al igual que a Moisés, saben que el Señor al escogerles, les dijo: Ve, porque yo estaré contigo.

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. (Apoc. 3:6)

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

 

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