Fe, obediencia y guerra espiritual.

 

 

La mayoría de los que lean este artículo, me imagino que tendrán muy claro lo que es la fe; quizá, un poco menos claro lo que implica la obediencia y tal vez, nada claro o muy poco, lo que es la guerra espiritual, a pesar de haber oído al igual que un servidor, en mas de una ocasión “oraciones y canciones de guerra espiritual” o haber leído algún libro sobre la guerra espiritual.

Sabemos que la fe (en este caso) es literalmente, la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. Tal y como se expone en Hebreos, 11:1

La obediencia u obedecer, es hacer algo que le mandan a uno; ya sea otra persona, una ordenanza o una ley; cosa que no gusta a muchos.

Y que la guerra, es una lucha con armas entre naciones o reinos, que puede durar considerable tiempo. Y como la guerra que nos atañe es espiritual se trata de la confrontación del reino de Dios, contra el reino del mal.

Es posible que creamos que solo por confesar que Jesús es el Señor, ya tenemos la salvación asegurada; es lo que asegura Pablo en la epístola a los romanos.

Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo (Rom. 10:8-9)

Aunque no debemos olvidar que si confesamos (aseguramos) que Jesús es el Señor de nuestra vida, (Juan, 13:13)  estamos dando a entender que Él, tiene autoridad (que manda) sobre nosotros, porque esto es lo que significa Señor; y que la salvación se mantendrá (aunque algunos no lo creen así) si es que le obedecemos.

Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen. (Hebreos, 5:8-9)

Somos salvos por fe, y la verdadera fe, indiscutiblemente nos debe conducir a la obediencia. Si la fe, no está conectada a la obediencia, puede convertirse en algo místico, vacío de contenido que nos puede llevar a la condenación.

Ni todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. (Mateo, 7:21-23) 

También sabemos que sin fe es imposible agradar a Dios, (Hebreos, 11:6) y que sin santidad nadie verá al Señor, (Hebreos, 12:14) y que el que guarda (obedece) sus mandamientos, permanece en Dios y Dios en él. (1ª Juan, 3:24)

Por lo tanto, la fe nos conduce a la obediencia, y esta a la santidad, ya que la primera es la que nos motiva a obedecer, y esta, la obediencia, automáticamente nos aparta (santifica) para Dios.

Y todo esto nos lleva sin pretenderlo, a un conflicto, a una guerra espiritual. Conflicto que comenzó en el jardín del Edén cuando Adán y Eva desobedecieron la orden de Dios.

Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. (Génesis, 3:17)

Conflicto que tiene lugar en primer lugar en nuestra mente, al querer justificar y excusar la desobediencia, cuando por cualquier motivo o argumento, (tenemos montones de ellos) queremos dejar de lado la voluntad del Señor; sin tener en cuenta la obediencia que le debemos; (Lucas, 6:46-49) pensamientos que se pueden comparar muy bien a una fortaleza espiritual por su intención de pasar por alto, lo establecido por nuestro Creador. Cuando lo que deberíamos (debemos) hacer es que la obediencia al Mesías, esté por encima de cualquiera de nuestros pensamientos y argumentos.

Pues aunque andemos en la carne no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo.  (2ª Cort. 10:4-5)

De ahí que el ataque principal sea contra nuestros pensamientos para impedir que obedezcamos. Porque la guerra espiritual (y los problemas que ella conlleva) es ganada en el momento que obedecemos; porque al obedecer se hace la voluntad de Dios. (Proverbios, 19:21)

Por lo tanto, debemos rehusar todo pensamiento o argumento, que nos impida obedecer, debiendo llevar nuestros pensamientos a la obediencia de la Palabra de Dios.  (Mateo, 21:28-32)

Porque todo pensamiento en sí mismo no es nada, si es que no nos lleva a ignorar la voluntad del Señor o a cruzar la línea de la desobediencia. (Proverbios, 16:3)

Solo la fe es la que nos conduce a la obediencia, y la obediencia de la fe trae consigo la bendición de Dios, y esta, a la victoria en Cristo Jesús.

Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber donde iba. (Hebreos, 11:8)

Así que, para salir victoriosos de la confrontación espiritual en la que nos encontramos, de nada nos sirven, en mi opinión, ni las oraciones de guerra, (que aún no sé muy bien como son) ni los cánticos guerreros; y menos aún el dar gritos de guerra y pisotones o zapatazos al piso, imaginándonos que es la cabeza del enemigo. Esto son balas de fogueo, y en una guerra las balas de fogueo, y menos en la que estamos, no sirven para nada.

La verdadera victoria espiritual (insisto en ello) solo se consigue a través de la obediencia, teniendo como máximo exponente a Jesucristo, que fue obediente en todo hasta la muerte, y muerte en cruz. (Filipenses, 2:5-8)

Porque es de sentido común el reconocer, que, si se sufrió una seria derrota en Edén al desobedecer la voluntad de Dios, obedeciéndole, se consigue una abrumadora victoria.

Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. (Romanos, 5:19)

Amén y amén.

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

 

5 comentarios sobre “Fe, obediencia y guerra espiritual.

  1. No es frecuente encontrar artículos con tanta consistencia y que en pocas palabras sepan concentrar un mensaje tan crucial. Invita a la reflexión personal y no deja ningún cabo suelto.
    Felicidades y ¡muchas gracias!

  2. Hola hno. Antonio, junto con papá hemos leído su artículo de guerra espiritual, un sermón netamente bíblico, nos ha alimentado y fortalecido, gracias por todos los artículos que ud. manda, son de mucha bendición, los estoy reenviando a otras personas. Papá lo saluda mucho y siempre lo recuerda. Que el Señor le bendiga ricamente en esta tarea de difundir su Palabra a través de este medio.

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