Instrumentos para honra.

 

 

 

Pero en una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos para usos honrosos, y otro para usos viles.Así que si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra. (2ª Tim. 2:20-21)

Pablo como apóstol que era del Señor Jesucristo, tenía como misión llevar y enseñar la Palabra de Dios, a todo lugar donde el Espíritu Santo le indicase.

Uno de sus trabajos mas importantes consistía en preparar discípulos, para que estos a su vez, siguieran con la obra encomendada por el Señor.  (Mateo,  28:19-20)

Timoteo, fue uno de esos discípulos, preparándole Pablo para todo con lo que posiblemente se iba a encontrar a lo largo de su ministerio como evangelista. (2ª Tim. 4:5)

Le comenta Pablo, que en la Iglesia (casa grande) se va a encontrar con personas dignas de pertenecer a ella y con toda seguridad otras indignas, (viles) pero que si estas lo desean, pueden limpiarse de toda indignidad y llegar a ser instrumentos útiles en las manos del Señor, si es que en verdad se ciñen a la Palabra de Dios, para guardarla y obedecerla. (2ª Tim. 3:16-17)

Muy ha menudo recuerda Pablo, que una vez que se ha conocido al Señor, no es suficiente quedarse con ese tipo de relación, “la de conocidos”, porque ¿quién no conoce a Jesús y lo que Él dijo e hizo? Hasta los incrédulos tiene este tipo de conocimiento.

La relación que debe haber entre “un creyente” y el Señor, debe ser de total sinceridad y compromiso por ambas partes. (Efesios, 4:17-24) 

Compromiso que dará comienzo por nuestra parte (el del Señor se tiene desde el principio) cuando reconozcamos sin titubeos, que somos pecadores (1ª Juan, 1:8-9) y que nos es muy difícil librarnos de esa carga que es el pecado, necesitando de su ayuda para ello. (Rom. 7:15-25)

Y debido a que todos los pecados conducen a la muerte y al infierno, es necesario (dejándolo muy claro la Palabra de Dios), que todos aquellos que dicen haber sido limpiados con la sangre de Jesucristo, se aparten de ellos. (1ª Cor. 6:9-10;  Gal. 5:19-21;  Efesios, 5:3-5)

Y aunque todos lo pecados son abominables delante de Dios, parece ser que tres de ellos son especialmente peligrosos por el “efecto imán” que poseen, al atraer a multitud de otros pecados, para que se instalen en algunos “utensilios de la casa grande” es decir en miembros de la Iglesia.

El primero de ellos es la blasfemia contra el Espíritu Santo, (Mateo, 12:31-32;  Marcos, 3:28-30) que consiste en negar la validez de la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo, su Santo Poder y Autoridad, y en la inspiración Divina de las Sagradas Escrituras. Situación que se está dando en algunos círculos eclesiales.

El segundo, la rebelión a lo establecido por Dios, que lleva a convertir este pecado, en adivinación e idolatría delante del Señor. (1ª Samuel, 15:23) Rechazando además sujetarse a la autoridad delegada y establecida por Dios, ya sea esta secular o espiritual. (Rom. 13:1-2;  1ª Pedro, 2: 13-14;  Hebreo, 13:17; 1ª Pedro, 5:5)

El tercero, la fornicación que es la unión carnal entre un hombre y una mujer, sin estar debidamente bendecida su unión ante Dios y los hombres. Por lo tanto condenado por Dios. (1ª Cor. 6-13-18;  Col. 3:5-6; 1ª Tesa. 4:2-4)

Son tres pecados que si indagamos en lo que está aconteciendo en algunas denominaciones e iglesias actualmente, vamos a encontrarlos en todas ellas, ya que se está cuestionando la divinidad del Señor Jesucristo, la realidad del Espíritu Santo y como se ha señalado anteriormente, la inspiración de las Sagradas Escrituras. La sujeción y la obediencia a la Palabra de Dios y a los que ha delegado su autoridad, es una utopía, cada uno hace lo que le viene en gana, sin atender recomendación alguna. El adulterio y la fornicación, le han ganado la batalla (aparentemente) a la fidelidad y a la pureza, llegando a ser tan normal esta situación que es tolerada por muchos, a pesar de conocerse la voluntad de Dios al respecto a través de la Biblia. Pero como todo ha llegado a ser relativo y Dios es amor, ( lo tolera todo) cada uno hace lo que bien le parece, situación parecida a lo acontecido en Israel en tiempos de los jueces.   (Jueces, 21: 25)

Pecados estos que una vez asentados, pueden abrir de par en par las puertas de la Iglesia para dar paso al mundo y que este, se instale en ella. Como ya está ocurriendo.

Así que, conscientes de la realidad del pecado que nos asedia, y en concreto de los que acabamos de enumerar, podemos si es que lo queremos, hacerle frente y acabar con ellos, si es que somos capaces de someternos totalmente a Dios y acatar su voluntad, dejando de lado la nuestra; permitiendo además, que el Espíritu Santo nos guíe en todo, y a lo largo de toda nuestra vida, siguiendo el camino que nos trazó Jesucristo por medio de su Cruz.

Para poder llegar a ser instrumentos para honra, y útiles al Señor, porque de eso es de lo que se trata, serles útiles al Señor tal y como nos dice el apóstol Pablo a través de sus epístolas:

Por lo cual dice: Despiértate, tu que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo.

Mirad, pues, con diligencia como andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.

Por tanto, no seáis insensatos sino entendidos de cual es la voluntad del Señor.  (Efesios, 5: 14-17)

Entendiendo a través de las palabras de Pablo que el Señor desea que en su casa no haya ningún “utensilio vil” conociendo además que si nuestro Señor Jesucristo no vino a condenar sino a todo lo contrario, sería conveniente si es que en verdad deseamos caminar con Él, nos limpiemos de cualquier tipo de contaminación, sobre todo de las mencionadas mas arriba, para agradar al Señor y ser bendecidos por Él.

Porque:

El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño; busque la paz y sígala.

Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal. (1ª Pedro, 3:10-12)

 

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

 

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