La injusticia de Dios.

 

 

Tuve hace un tiempo, que permanece ingresado en un hospital debido a un infarto.

Durante el tiempo que permanecí en el hospital compartí habitación con un “testigo de Jehová”. No hablábamos prácticamente uno con el otro; por mi parte me limitaba además de orar, a leer la Biblia, y a meditar sobre lo me había acontecido. Y meditaba porque no comprendía muy bien el motivo de lo que me había ocurrido, ya que al no ser fumador, ni hipertenso, con una alimentación equilibrada, el colesterol dentro de los parámetros normales, sin antecedentes familiares, y al no ser sedentario, siempre me había considerado fuera del grupo de población con riesgo, a padecer cualquier enfermedad cardiovascular, cosa que no fue así. ¿Entonces, porqué? Aun no lo sé. Simplemente ocurrió

Mi compañero de habitación y algunos de sus acompañantes, solo se limitaban a observarme mientras oraba o leía mi Biblia.

Así que cuando el cardiólogo me comunicó, que tenía el alta médica y que podía irme a casa, y hacer vida normal; me dirigí una vez cambiado el pijama hospitalario por unos tejanos y una camisa, a despedirme de mi compañero de habitación, diciéndole: //Me voy a casa, Jehová me ha sanado// Una de sus hijas, también “testigo de Jehová” que en ese momento se encontraba presente, al oír mis palabras, contestó: //Si Jehová le ha sanado es que es injusto, porque hay muchos más enfermos y a ellos no les ha sanado// A lo que le respondí: //Sé que hay muchos más enfermos, pero aunque no me hubiera sanado, jamás me atrevería decir que Jehová es injusto, a pesar de que muchas veces no comprenda lo que hace y porque lo hace// Y sin mas regresé a casa dándole gracias a Dios por mi sanidad.

¿Que, pues, diremos? ¿Qué hay injusticia en Dios? En ninguna manera.
Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia y me compadeceré del que yo me compadezca. (Romanos 9:14-15)

No me extrañó la opinión de esa persona que tachaba de injusto al Señor. Porque mucha gente le aplica este calificativo a Dios; aunque este (podríamos decir) apelativo, sea totalmente contrario a la esencia de Dios, porque solo Él es Justo:

Justo eres tú, oh, Jehová, y rectos tus juicios. (Salmos 119:137)

Se culpa al Señor de todos los males que acontecen. Preguntándonos (burlonamente a los creyentes) dónde está Él, cuando ocurren desastres naturales, guerras, hambrunas, etc., y mueren cientos, o miles de personas; dudando de esta manera de su existencia, y si no se duda de ella se enfatiza que es injusto, al permitir el sufrimiento de tan gente inocente, cuando muy bien siendo Dios, podría evitarlo. Juzgando a Dios, como si los justos fueran ellos y no el Señor, todo lo contrario de lo que asegura la Palabra de Dios:

¿Será el hombre mas justo que Dios? ¿Será el varón más limpio que el que lo hizo? (Job 4:17)

Como está escrito: No hay justo ni aún uno; no hay quien entienda. No hay quien busque a Dios.
(Romanos 3:10-11)

Tachamos de injusto a Dios, cuando no hace lo que creemos debería hacer, o lo que haríamos nosotros de estar en su lugar.

Olvidando que Él es el Creador y el Señor, del cielo y de la tierra y que ha establecido unas leyes que nadie puede obviar y menos quebrantar, salvo Él, aunque no nos guste o lo creamos injusto.

Mas antes, oh hombre ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Porqué me has hecho así?
¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?
(Romanos 9:20-21)

Y que incluso Jesús tuvo que aclararles este punto a sus correligionarios judíos; aunque al no gustarles, se molestaron y enfadaron mucho con él:

Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra; pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a mujer viuda en Serepta de Sidón.
Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio.
Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira. (Lucas 4:25-28)

Y al igual que en los tiempos de Jesús, en la actualidad muchos, arrogantemente, pero molestos y llenos de ira, al seguir enseñanzas y doctrinas erróneas le dan la espalda al Señor. Cuando si fueran honestos lo único que deberían hacer es escudriñar las Escrituras para comprobar que Dios es Soberano y que no está al servicio de los hombres, sino los hombres al servicio de Dios. Y que ninguna injusticia proviene de Dios.

Cíñete ahora como varón tus lomos; Yo te preguntaré, y tú me responderás.
¿Invalidarás tú también mi juicio? ¿Me condenarás a mí, para justificarte tú?
(Job 40:7-8)

Sé que es muy difícil, tratar de explicar que no hay injusticia en Dios a todos aquellos que no están dispuestos a escuchar; a los que se abrogan el derecho (según sus criterios) de decidir lo que está bien y lo que está mal; a los que aún continúan creyéndose iguales a Dios, al haber comido de la fruta prohibida. (Génesis 3:4-5)

Pero los que de hecho, han escuchado la Palabra de Dios y se ciñen a sus leyes, saben que no es de sabios, sino todo lo contrario, juzgar y contender con el Señor. Como así queda expuesto en el libro del paciente Job.

¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios, responda a esto. (Job 40:2)

 

 

Que la Gloria sea siempre para  nuestro Dios.

 

 

 

Un comentario sobre “La injusticia de Dios.

  1. Me he visto reflejada en la hija del compañero de habitación. En realidad el Señor siempre me dice, nos dice: YO SOY EL QUE SOY hoy, mañana y para siempre.Solo puedo rogarle humildad, perdón..Doy muchas gracias a Dios por tener la posibilidad de seguir aprendiendo y recordando, del alimento que supone para mí SU PALABRA.Sólo puedo pensar ¿quién soy yo?
    Tengo oido así que oigo y sigo al GRANDE DE ISRAEL. Gracias Antonio

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