Rahab, la ramera de Jericó.

 Josué hijo de Nun envió desde Sitim dos espías secretamente, diciéndoles: Andad, reconoced la tierra, y a Jericó. Y ellos fueron, y entraron en casa de una ramera que se llamaba Rahab, y posaron allí…

Así da comienzo el capítulo 2 del libro de Josué, donde se relata lo acontecido a los dos hombres que Josué, sucesor de Moisés envió a reconocer la tierra prometida por Jehová a los israelitas.

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Dos mandamientos

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Una de las tantas cosas que me agradan del Señor Jesús, es la manera tan sencilla y breve, que no por ello profundas, explica y enseña principios y verdades bíblicas para que puedan ser entendidas y aceptadas por cualquier persona, sin importar educación, cultura o condición social.

Como sucedió al preguntarle un escriba, cuál era el primer mandamiento de todos; respondiéndole el Señor no solo sobre el primer mandamiento, sino también sobre el segundo, ya que ambos están entrelazados:

Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos?

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Un discípulo llamado Eliseo.

Cuarenta días después de haber resucitado y antes de ascender a los cielos, tuvo el Señor Jesús una pequeña conversación con los once discípulos que él escogió y preparó, comisionándoles para que continuaran con la obra que él inició, diciéndoles…

Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.

 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

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Sabios y entendidos.

Expone en su epístola universal, Santiago (Jacobo) hermano de Jesús (Marcos, 6:3) temas muy prácticos para la conducta cristiana. Entre ellos, por lo interesante, hay uno que trata sobre quien es o puede ser, entre los que nos consideramos creyentes, sabio y entendido.  Y de esto, muy brevemente, vamos a tratar.

Recomienda Santiago a lo largo de todo el capítulo 3 de su epístola, que tengamos mucho cuidado del uso que hacemos de la lengua, porque es un fuego de maldad y muy difícil de sujetar o dominar.

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¿NO PUDO JESÚS?

Regresaba el Señor Jesús a su tierra, después de haber predicado, enseñado y sanado a muchos en distintos lugares de Israel, y al llegar se encuentra con la desagradable sorpresa que a pesar de admirarse de su sabiduría y de los milagros que había hecho en otros lugares, los suyos, no lo aceptaban. Es decir, le cuestionaban. Y como el cuestionar, da paso a la incredulidad, no pudo el Señor Jesús hacer ningún milagro entre sus paisanos, tal como lo relata Marcos en su evangelio.

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