El libro de la Ley.

 

El templo de Jehová, en Jerusalén, estaba prácticamente en ruinas debido al abandono y a la desidia de los distintos reyes de Judá. Necesitaba ser restaurado y rehabilitado, por lo que el joven rey Josías encargó al gobernador de Jerusalén, que consiguiera las personas y los medios necesarios para su total reparación y restauración. (2 Crón. 34:8-13)

Durante el transcurso de las obras, se encontraron con algo que ni los mismos sacerdotes aparentemente, sabían que existía. 

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Abinadab y Obed-edom.

Una vez que los israelitas salieron de Egipto, ya en el desierto, el Señor dirigiéndose a Moisés le dice que quería que hicieran un santuario para habitar en medio de su pueblo.  Y que, en ese santuario, cuyo diseño le iba a mostrar, depositaran un arca, desde donde el Señor se revelaría y hablaría con Moisés.  Arca, que el Señor también diseñó:

Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos.

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La abundancia del corazón.

Mateo, en su evangelio, nos dice que recorría el Señor Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas, predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y dolencia en el pueblo. (Mateo, 4:23)

Pero no sólo enseñaba y predicaba en las sinagogas, sino que lo hacía en cualquier lugar donde hubiera gente, incluso en campo abierto, como sucedió una vez que hubo escogido a los doce que iban a ser sus discípulos:  Y descendió con ellos, y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón, que había venido para oírle, y para ser sanados de sus enfermedades.

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El nieto de HUR.

Al leer en Éxodo que el Señor le dijo a Moisés que el joven Bezaleel, hijo de Uri y nieto de Hur, había sido escogido para dirigir la construcción del Tabernáculo de Reunión y todos sus utensilios, cuyo diseño  el Señor le había mostrado a Moisés,  (Éxodo, 25:1-9) me vino a la mente, el testimonio de un hermano que, de niño, su abuelita iba a buscarle a su casa, y de la mano, le llevaba con ella a la iglesia, y allí, aunque pequeño, el Señor le tocó el corazón.

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El valor de la obediencia.

 

Al estar siendo cuestionada la autoridad apostólica de Pablo, no ve ningún inconveniente en confrontar la desobediencia, cuando aquellos que dicen que obedecen a Jesús, decidan también obedecer a los que el Señor (bajo su autoridad) ha comisionado, y en este caso a él mismo, porque la obediencia (como sabemos) se aprende.

Pues, aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta.

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Conocimiento de Dios.

Desea san Pedro, apóstol de Jesucristo, que todos los creyentes lleguen alcanzar mediante la fe, conocimiento real de Dios y de nuestro Señor Jesucristo para dejar de estar ociosos y sin fruto espiritual, Indicando para ello los pasos a seguir:

1 Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra:  2 Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. 

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