
Al estar siendo cuestionada la autoridad apostólica de Pablo, no ve ningún inconveniente en confrontar la desobediencia, cuando aquellos que dicen que obedecen a Jesús, decidan también obedecer a los que el Señor (bajo su autoridad) ha comisionado, y en este caso a él mismo, porque la obediencia (como sabemos) se aprende.
Pues, aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta.