Balance (espiritual) de situación.

Cada año al finalizar el año contable, las empresas, para conocer de manera segura en que condición financiera se encuentran, hacen un balance general llamado de situación.  Y   a pesar que a lo largo del año, se realicen otros balances, llamados de comprobación o provisionales, que, como su nombre indica, sirven para comprobar de manera regular el funcionamiento de la empresa. Este, el de situación, es el balance definitivo para llegar a la cuenta de resultados, donde se conoce de manera efectiva si la empresa ha tenido pérdidas o ganancias. Es decir, si el resultado ha sido óptimo o, todo lo contrario.  

Proviene la palabra “balance” del sustantivo “balanza” que, a su vez, proviene del latín y se utilizaba para referirse a un instrumento para medir el peso de los objetos, que consistía originalmente, (como todos sabemos) en dos brazos que sostenían en equilibrio dos platos del mismo tamaño y peso. Actualmente existen diferentes tipos de balanzas, pero todas tienen la misma utilidad, medir el peso de los objetos.

El término balanza, es mencionado en la Biblia tanto como herramienta eficaz para evitar fraudes comerciales, (al Señor le encanta la balanza justa) como para pesar actitudes y comportamientos:  Peso y balanzas justas son de Jehová; Obra suya son todas las pesas de la bolsa. (Prov. 16:11) Todo camino del hombre es recto en su propia opinión; Pero Jehová pesa los corazones. (Prov. 21:2) Que, parafraseando esta frase, se podría decir que el Señor también hace balance, y en este caso espiritual.

Así que, tal vez, al igual que hacen las empresas, (y el Señor) deberíamos hacer un balance de nuestra situación espiritual recién terminado un año, para que al principiar otro, pudiéramos, en caso de haberlos, corregir los errores cometidos, los defectos y los pecados, para poder de nuevo alinearnos con Dios sin que el platillo de la balanza se incline hacia el lado equivocado. Porque el que no recoge con Jesucristo, (dice la Palabra) desparrama. (Mateo, 12:30)

Como ejemplo de ello encontramos a un hombre llamado Job, que, de él dicen las Escrituras, era perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Sin embargo, se vio inmerso, sin buscarlo, en una situación muy dolorosa. Perdió su familia, sus bienes y su salud. Siendo además juzgado y criticado por sus amigos.

Debido a lo acontecido, quiso el paciente Job, que el Señor mismo le pesara en balanza, al considerarse justo. Aportando para ello la información necesaria, como si de un balance de situación se tratara. Información que se encuentra en el capítulo 31 del libro de Job, pero que sólo vamos a transcribir algunos versículos:

Hice pacto con mis ojos; ¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?  Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios, Y qué heredad el Omnipotente desde las alturas?  ¿No hay quebrantamiento para el impío, Y extrañamiento para los que hacen iniquidad? ¿No ve él mis caminos, Y cuenta todos mis pasos?  Si anduve con mentira, Y si mi pie se apresuró a engaño, Péseme Dios en balanzas de justicia, Y conocerá mi integridad(Job, 31:1-6

Así que, humillado y arrepentido, en balanza de justicia fue pesado Job, y por gracia, hallado justo ante Dios.  (Job, 42:5-6)

Todo lo contrario, a lo ocurrido a Belsasar rey de Babilonia, que nunca pensó que podría ser pesado en balanza, hiciera lo que hiciera. Este rey lleno de orgullo y soberbia se atrevió a desafiar a Dios, profanando los objetos preciosos que su padre Nabucodonosor, trajo del Templo de Jerusalén:

El rey Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino. Belsasar, con el gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su padre había traído del templo de Jerusalén, para que bebiesen en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y sus concubinas.  Entonces fueron traídos los vasos de oro que habían traído del templo de la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y bebieron en ellos el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas.  Bebieron vino, y alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra.  En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la mano que escribía.  Entonces el rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron, y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban la una contra la otra. (Daniel, 5:1-6)

Belsasar, nunca hizo a lo largo de su vida, un “balance de comprobación” para saber en qué estado se encontraba su alma, a pesar de conocer lo que lo aconteció a su padre Nabucodonosor, cuando al igual que él, lleno de orgullo, se ensoberbeció hasta perder la razón; Más cuando (se humilló) alzando los ojos al cielo, bendijo al Altísimo, y alabó y glorificó al que vive para siempre, la razón le fue devuelta. (Daniel, 4: 29-37) 

Por lo tanto, a Belsasar, sin esperárselo, el Eterno le pesó en balanza, es decir, le hizo un “balance de situación” y el resultado como vamos ver, fue totalmente adverso para él:

Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón, sabiendo todo esto; sino que contra el Señor del cielo te has ensoberbecido, e hiciste traer delante de ti los vasos de su casa, y tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas, bebisteis vino en ellos; además de esto, diste alabanza a dioses de plata y oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni saben; y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste. Entonces de su presencia fue enviada la mano que trazó esta escritura. Y la escritura que trazó es: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN. Esta es la interpretación del asunto:

MENE: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin. 

TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto.

PERES: Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas

…  La misma noche fue muerto Belsasar rey de los caldeos.  Y Darío de Media tomó el reino, siendo de sesenta y dos años. (Daniel, 5:22-31) 

 En consecuencia, visto que nadie escapará al juicio de Dios, (2 Cort. 5:10) deberíamos, de cuando en cuando, y en oración, como si de un espiritual balance de situación se tratara, examinarnos a nosotros mismos, (1 Cort. 11:31) para que, el que pesa los espíritus, (Prov. 16:2) llegado el caso, no nos halle faltos de peso, si no, todo lo contrario.

Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. (Hebreos, 12:1-2)

Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

Un comentario sobre “Balance (espiritual) de situación.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.