Bendiciendo a los que Dios bendice.

Una gran mayoría de nosotros, conoce e incluso practica, la enseñanza bíblica de que debemos bendecir a todos aquellos que nos maldicen; al igual que debemos bendecir a los que nos hacen o intentan hacernos daño o causarnos cualquier clase de males o problemas; y todo esto simplemente por ser hijos de Dios:

Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.(Mateo, 5:44-45)

La verdad es que nos parece más que correcto y acertado, decantarnos a favor de los que al maldecirnos se oponen a la obra de Dios, por si de alguna manera, pudieran ser “tocados” por la Gracia Divina, que es lo que en el fondo pensamos cuando bendecimos a los que nos maldicen y porque además parece ser que, al devolver el mal que nos hacen o nos quieren hacer en bien, el Señor tomará cartas en el asunto a nuestro favor. (Romanos, 12:14-20)

Y no es que sea malo bendecir siempre; lo malo es olvidar bendecir a los que el señor bendice; porque esto es algo que se nos escapa, (al menos a un servidor) en muchas ocasiones: el bendecir a los que el Señor bendice:

Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.  (Génesis, 12:3)

El vocablo bendecir no solo significa “decir bien” o alabar, engrandecer ensalzar, etc., como presentan entre otras cosas, algunos diccionarios y como muchos de nosotros creemos.

En hebreo, bendecir es לברך, «Lebaraj» y bendición se dice «Brajá». Esta palabra-concepto no se refiere a alabar, ni engrandecer ni ensalzar las virtudes de nadie, sino que se refiere a algo más profundo:

Dado que todo cuando hay creado lo fue hecho por Dios, todo tiene una parte de santidad. Lebaraj o Brajá en hebreo significa «liberar la santidad, es decir, al bendecir, estamos deseando que por todos los medios quien recibe la bendición o brajá libere en ese momento una parte de su santidad, la santidad que Dios mismo exige en Su palabra «Sed Santos porque YO Soy Santo».

En el momento que una persona recibe una bendición libera la santidad que hay en ella, acercando también más, la persona bendecida hacia a Dios. Ese es el concepto original de lo que significa «Bendecir», que está algo alejado del concepto que tenemos de bendecir.

Así que, una vez concretada la definición hebrea de bendecir, creo que podemos con miras más amplias seguir adentrándonos en el tema.

Porque en pocas palabras lo que se nos quiere decir, es que al bendecir, estamos liberando o mejor dicho, colaborando con el Señor para que la persona bendecida obtenga aún más favor de Dios, obteniendo de paso, algo de esa misma bendición para nosotros.

Por lo tanto, deberíamos pararnos a pensar que si el Señor bendice a alguien, se debe a que tiene un plan con y para esta persona, y que cuando el Señor toma a alguien y lo bendice, es para llevar adelante una buena obra. Y nosotros, los que nos consideramos hijos de Dios, no deberíamos pasar por alto este tipo de cosas, entendiendo que si Dios lo bendice, esa misma bendición nos salpicará grandemente, a los que bendecimos a quien el Padre bendice.

Si bendecimos a los que el Padre bendice, estaremos a favor de la decisión del Señor, colocándonos de manera muy clara a su lado, demostrando que nos sentimos honrados y orgullosos de que uno de los nuestros, esté siendo utilizado por el Señor, para el bien de muchos, alegrándonos de esa bendición, ya sea ministerial, económica o de cualquier otra índole.

Porque además, aunque en la Biblia no se mencione tácitamente, si bendecimos a los que Dios bendice, estaremos cortándole el paso al adversario, que intenta por todos los medios impedir, que el plan o la obra de Dios no prospere, al hacernos creer, que “los bendecidos” no necesitan de nuestra bendición, porque si ya está bendecidos por Dios ¿Para qué necesitan nuestra bendición? Siendo esta necesaria porque en caso de no hacerlo, y el adversario lo sabe muy bien, (por eso le interesa que no lo hagamos) podemos darle paso a la envidia, a la murmuración y al juicio, acarreando para nosotros en vez de bendición, maldición.

Porque lo que está claro es, que el que bendice a los bendecidos, recibirá bendición de Dios; pero el que calla y no bendice, ¿Qué recibe? Esto lo dejo para que cada uno se responda a sí mismo.

Así que creo que sería buen tener en cuenta lo siguiente:

El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño. El recibirá bendición de Jehová, y justicia del Dios de salvación. (Salmos, 24:4-5)

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

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