Cuando Dios Llama

Bienaventurado al que tu escogieres y atrajeres a ti, para que habite en tus atrios…(Salmos, 65:4)

No se si en alguna ocasión nos hemos detenido a pensar el motivo que tuvo el Señor para llamarnos, o más bien, ¿porqué se fijó en nosotros y nos llamó?

De los demás no lo se, pero en cuanto a mí, no tenía ningún motivo el Señor para fijarse en mí y menos aún para llamarme.

Porque ni creía en Él, y menos aún lo que me contaban de Él; y al no creer en Él, probaba que no existía; y no solo que no existía, sino que además estaba totalmente convencido que los que creían en Dios, eran personas débiles, que necesitaban ahuyentar sus temores imaginando a un ser sobrenatural que les iba a proteger y a librar de lo desconocido, de lo que no entendían o de lo que no podían controlar, en pocas palabras de sus miedos.

Pero que así y todo, ese ser en el que no creía, me llamó. Y me llamó en un principio a través de mi esposa, llamada que ignoré. Hasta que al final me llamó muy fuerte a través de una grave enfermedad en mi hijito. (Isaías, 65:1)

Ahora se que cuando Dios llama, nadie puede resistirse a su llamado, si en verdad es el Señor quien llama, porque en ocasiones, en más de las que creemos, el llamado no es del Señor, sino que somos atraídos por lo que de Él creemos poder recibir o por lo que nos cuentan de Él.

Teniendo un buen ejemplo de ello, lo acontecido a Abram y a su sobrino Lot, ya que Dios llamó al primero de ellos de una manera muy clara y explicita:

Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.
Y haré de ti una nación grande, y te bendecirá, y engrandecerá tu nombre y serás bendición.
Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.
(Gen. 12:1-3)

Y que al segundo de ellos, a Lot, no le llamó Dios, aunque salió con su tío al ver que este obedeció al llamado del Señor:

Y se fue Abram, como Jehová le dijo, y Lot fue con él. Y era Abram de edad de 75 años cuando salió de Harán.
Tomó, pues, Abram a Sarai su mujer, y a Lot hijo de su hermano, y todos sus bienes que habían ganado y las personas que habían adquirido en Hará, y salieron para ir a tierra de Canaán, y a tierra de Canaán llegaron.
(Gen. 12:4-5)

La diferencia entre ambos es notoria, a uno lo llamó Dios, porque así le plació, y el otro siguió al que Dios llamó por los lazos familiares que les unían, y aunque tomaron el mismo camino, ni la visión ni la meta era la misma, como al tiempo se vio.

Porque llegados aun determinado punto, en el que hubo desavenencias (enfrentamientos) entre los empleados de ambos (Gen. 13:1-8) Abram, creyó conveniente dar libertad a su sobrino para que escogiera su propio camino, partiendo Lot poco a poco, guiado por su corazón (Jer. 17:9) en dirección a Sodoma, quedándose Abram en Canaán, el lugar escogido por Dios para él.  (Gen. 13:9-18)

Salieron juntos, pero su destino no era el mismo. El uno (Abram) dejó que Dios eligiera por él el lugar de su morada; y al dejarse guiar por el Señor, llegó a ser bendición para todas las familias de la tierra. (Jer. 17:7-8)

El otro, (Lot) al haber alcanzado cierta posición económica y social, escogió por si mismo el lugar donde morar, olvidando de donde y por medio de quien fue bendecido, pagando un alto precio por ello. (Gen. 19:26-38)

Esa es la diferencia entre ser llamado por Dios, o ser atraído por lo que oímos a otros de Él.

Al que Dios llama, sin importarle lo que deja atrás, permanece en el lugar que el Señor escoge para él y es bendecido y de bendición, (Mateo, 19:29-30) y al que solo le atrae la bendición, (su interés) al tiempo olvidando lo recibido, busca su propio camino sin importarle alejarse de Dios. (Mateo, 6:24)

Y lo más curioso, es que el Señor llamó a Abram siendo tanto él como su familia, una familia de idólatras, (Josué, 24: 2-3) por lo tanto no se trató de una decisión de Abram, sino que al Señor de manera soberana, le plació llamarle sin tener en cuenta o sin importarle este hecho. Y al responder Abram al llamado de Dios, fue de bendición en bendición, alcanzando lo que Dios le prometió. (Neh. 9:7-8)

Así que, en honor a la verdad, aún desconozco que vio en mí el Señor para llamarme, pero lo que si se, es que bendigo el día que lo hizo y me concedió el privilegio de conocerle y ponerme a su servicio. (Fil. 2:12-13)

Porque al ser irrevocables los dones y el llamamiento de Dios, no hay cosa mejor, al igual que hizo Abraham, no resistirse y dejarse guiar por el Señor, porque a través del Espíritu Santo, somos bendecidos, pudiendo además, llegar a ser de bendición para otros.

Por lo tanto, sin saber los motivos de Dios o en que se fija para escoger, a los que escoge, solo podemos darle gracias por haber tenido misericordia de nosotros, si es que en su día nos escogió.

¿Qué, pues, diremos? ¿Qué hay injusticia en Dios? En ninguna manera.
Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.
Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.
(Rom. 9:14-16)

La conclusión es, que no es necesario reunir ninguna condición especial para que el Señor se fije en alguien y le llame, pero lo que sí sé, es que es necesario, al oír el llamado de Dios, si es que nos llama, creerle, y sin más preguntas, al seguirle, obedecerle.

Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia. (Génesis, 15:6)

Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió son saber donde iba. (Hebreos, 11:8)

No hay otra manera.

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

4 comentarios sobre “Cuando Dios Llama

  1. Hola muchas gracias por cada estudio que me ha enviado; me están sirviendo de mucho para mis devocionales personales además de preparar algunas enseñanzas a la iglesia. Que Dios le continúe usando de esa manara, esta es mi oración. Saludos de Daniel.

  2. Me encanta abrir el correo y encontrarme con los escritos que nos mandas y más ver tu rostro al final de cada uno de ellos. Veo a un verdadero amigo e hijo de Dios. Gracias por acordarte de nosotros y enviarnos tus cartas, siempre son de ánimo a seguir fieles al Señor y a su Palabra. Gracias de nuevo y muuuuuuuchas bendiciones. Besos

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.