El otro Evangelio.

 

 

Pablo, preocupado por lo que estaba sucediendo en las iglesias de Galacia que con tanto esfuerzo había fundado, dirige a dichas iglesias una categórica y tajante “reprimenda” para que se enmendaran y corrigieran las enseñanzas y doctrinas que se habían introducido en dichas iglesias. Enseñanzas y doctrinas totalmente distintas a las que él, como apóstol de Jesucristo había llevado, enseñado y difundido.

Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.
Más si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.
Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. 
(Gal. 1:6-8) 

Pero antes de seguir adelante vamos a dejar claro cuál es el significado del vocablo evangelio:

El término evangelio procede de la lengua griega y significa buena noticia. No se refiere a una”buena noticia” cualquiera; indica la buena noticia dotada de la fuerza suficiente para cambiar la existencia de quien al escucharla, la cree y la aplica a su vida.

En el caso de los gálatas, el otro evangelio que se les predicaba y parece ser que aceptado de buen grado, era la necesidad de dejar a un lado la cruz de Cristo y abrazar las obras de la ley, en concreto a judaizar. (Gál. 3:1-5)

En nuestro caso, en el caso de tantos y tantos miles de hombres y mujeres que parece ser, necesitan un evangelio diferente para seguir adelante en su caminar cristiano, encontramos diversidad de enseñanzas y doctrinas que por la aceptación que tienen, deben ser muy atrayentes para muchos. (Rom. 16:17-18)

Enseñanzas que sin dejar del todo la cruz de Cristo, inciden más en experiencias y puntos de vista personales, así como en visiones y novedosas y excitantes revelaciones para satisfacción de los amantes de cualquier novedad espiritual. (Hechos 17:20-21)

Cuando la buena noticia, (el evangelio de Jesucristo) por su simplicidad, no necesita ningún tipo de añadidura ni valoración distinta a lo que significa.

Buena noticia, que ya comenzó a anunciarla Moisés. (Hechos, 3:19-26)

Y el ángel Gabriel. (Lucas 1:26-33)

Y los ángeles a los pastores que velaban y guardaban sus rebaños. (Lucas, 2:8-18)

Y Juan el Bautista.  (Mateo, 3:1-4)

Hasta que tomó el testigo Jesús, para dar cumplimiento a lo anunciado con anterioridad, ya que él era la buena noticia:

Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.   (Marcos, 1:14-15)

Y que una vez cumplido su cometido, pasando por la cruz y resucitando de entre los muertos, antes de ascender a los cielos, comisionó a sus discípulos a dar a conocer, como testigos excepcionales que fueron, lo que habían visto y oído, es decir el evangelio de Jesucristo.  (Marcos, 16:15)

Comisión que llevaron a cabo con premura y eficacia, a lo largo de toda la tierra por aquel entonces conocida. (Rom. 15:17-19)

Pero, que parece ser, que para muchos, como ya se ha mencionado, esa comisión está incompleta, o no se puede llevar a cabo si no está “sazonada” con enseñanzas y doctrinas, que no salieron de la boca del Maestro. Y por lo tanto se sienten con la obligación, ya que han tenido “revelaciones específicas” de añadir lo que faltaba al evangelio (buena noticia) de Jesucristo, para completarlo. (2ª Tim. 4:1-4)

Y no es que haya otro evangelio, como bien apuntó san Pablo, sino que lo que se desea, es que el evangelio, se adapte a nuestra forma de sentir y pensar, en vez de adaptar nuestro pensar y sentir al evangelio de Jesucristo, para estar completos en Él.

Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.
Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.
Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.  (Col. 2:6-10)

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

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