Limpios por la palabra.

Llegó, recientemente a mis manos, la ilustrada respuesta de un maestro a uno de sus alumnos, al preguntarle este, el propósito de la lectura.

Relato que me hizo recordar el beneficio que produce la Biblia, que, al ser inspirada por Dios, enseña, reprende, corrige e instruye a todos aquellos que habitualmente, la leen y meditan en ella. (2 Tim. 3:16-17)

Este es el relato en cuestión:

-He leído muchos libros, pero me he olvidado de la mayoría. Pero entonces, ¿Cuál es el propósito de la lectura?

Esta fue la pregunta que un alumno le hizo una vez a su Maestro. El Maestro no respondió en ese momento. Sin embargo, después de unos días, mientras él y el joven alumno estaban sentados cerca de un río, dijo que tenía sed y le pidió al niño que le trajera un poco de agua con un colador viejo y sucio que había en el suelo. El alumno se sobresaltó, porque sabía que era un pedido sin lógica. Sin embargo, no pudo contradecir a su Maestro y, habiendo tomado el cedazo, comenzó a realizar esta absurda tarea.

Cada vez que sumergía el colador en el río para traer un poco de agua para llevar a su Maestro, ni siquiera podía dar un paso hacia él, ya que no quedaba ni una gota en el colador. Lo intentó y lo intentó decenas de veces, pero, por mucho que trató de correr más rápido desde la orilla hasta su Maestro, el agua siguió pasando por todos los agujeros del tamiz y se perdió en el camino.

Agotado, se sentó junto al Maestro y dijo: «No puedo conseguir agua con ese colador. Perdóname Maestro, es imposible y he fallado en mi tarea”. “No – respondió el anciano sonriendo – no has fallado. Mira el colador, ahora brilla, está limpio, está como nuevo. El agua, que se filtra por sus agujeros, la ha limpiado «. “Cuando lees libros – prosiguió el viejo Maestro – eres como un colador y ellos son como agua de río.

No importa si no puedes guardar en tu memoria toda el agua que dejan fluir en ti, porque los libros, sin embargo, con sus ideas, emociones, sentimientos, conocimientos, la verdad que encontrarás entre las páginas, limpiarán tu mente y espíritu, y te convertirán en una persona mejor y renovada. Este es el propósito de la lectura.»

Y como estamos convencidos, que la Biblia, es el único libro que limpia la mente y el espíritu, vamos a regresar brevemente a ella.

Se pasó el Maestro Jesús, la mayor parte de su ministerio terrenal enseñando a las gentes, pero mayormente a sus discípulos (Mateo, 5:1-2) para que, al igual que el agua del rio limpió el colador del relato, sus palabras, limpiaran a todos los que, al oírlas, se las aplicaran.

Porque, la Palabra de Dios, al ser fuente de vida, (Juan,4:14) y discernir los pensamientos y las intenciones del corazón, penetra, en lo más profundo e íntimo de las personas, separando (al ser muy cortante) el alma, del espíritu, las coyunturas y los tuétanos. (Heb. 4:12) Con la intención de sanear (limpiar) espíritu, alma y cuerpo, contaminados por el pecado. (1 Tesa. 5:23)

Y como “limpio” es sinónimo de puro, que (entre otras cosas) significa: “despojado de toda inmundicia y de todo lo inútil” pude entender a que se refería el Maestro Jesús, cuando dirigiéndose a sus discípulos, antes de ser entregado, les dijo: Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. (Juan, 15:3)

Palabra, que, en libro del profeta Isaías,  nos dice, con la brillantez que le distingue (es Dios quien habla) como opera y obra la Palabra de Dios:

Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié. (Isaías, 55:10-11)

Por lo que, a través del amor a Jesucristo y guardar su Palabra, tenemos asegurada la anhelada presencia de Dios.   (Juan 14:23)

Así que, de nosotros depende.

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

2 comentarios sobre “Limpios por la palabra.

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