Una experiencia religiosa.

Una Experiencia  Religiosa,  es el título de una canción que un su día tuvo un gran éxito. Pero no vamos a tratar de algo  relacionado con esta canción, aunque su título nos viene como anillo al dedo. 

Resulta que durante el confinamiento que estamos teniendo en gran parte de los países de la Tierra, tenemos mucho tiempo para meditar en la Palabra de Dios,  al menos los cristianos, los que no lo son,  meditan en otras cosas.

Así que, al leer y meditar en  el capítulo   seis  del evangelio de san Juan, me vinieron a la mente algunas de las personas que durante un tiempo caminaron con nosotros y nos pareció creer que disfrutaron  del Señor Jesús,  del  evangelio del Reino y de la comunión fraternal con los hermanos. Llegando muchos de ellos a pasar por las aguas del bautismo y ser parte activa de la iglesia. Pero que por distintos motivos, (algunos los sabemos, otros no) dejaron de congregarse y se apartaron del Camino.

Se menciona en dicha porción del  evangelio de san Juan  que mucha gente seguía  a Jesús, porque veían como sanaba a los enfermos (v. 2) porque sin pedir nada a cambio, les dio  de comer, (v. 11-13)   llegando entender la gente  por lo visto y por lo comido que era el profeta (Mesías) que estaban esperando en Israel (v. 14). En pocas palabras quisieron seguirle porque tuvieron una maravillosa experiencia.

Porque  ¿Qué es una experiencia sino el haber sentido, conocido o presenciado  alguien, algo? Y en este caso además de presenciar maravillas y milagros, conocieron de boca del único que la podía dar,  el plan de salvación de Dios:

Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?  Respondió Jesús  y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en  el que él ha enviado. Le dijeron entonces. ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.  Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás (v. 28-35).

Tuvo  esta gente la mayor  de las  experiencias que se puedan tener: Una experiencia  religiosa con el Salvador del mundo. Aunque  fueron pocos, a pesar de la experiencia,   los que siguieron al Señor Jesús (v. 66).

Y debido a lo expuesto, tengo la impresión  de que el motivo de que a algunos hayan  dejado a Jesús puede deberse a que tuvieron “una maravillosa experiencia religiosa” y en ella se quedaron,  sin ir a más, porque la experiencia que no se utiliza o se queda anclada en el tiempo,  de nada sirve.

Toda experiencia en Cristo, debería ser el punto de partida para ir escalando los peldaños que nos pueden acercar al Creador;  la correa de transmisión  que debería “poner en marcha”  todo nuestro ser,  para que tanto el cuerpo, el alma y el espíritu pudieran estar al servicio y bajo la soberanía  de Dios. Dejando atrás todo lo que nos separaba del Eterno.

Pero tristemente para algunos, todo queda en eso, en solo una experiencia (religiosa) que puede durar  según las circunstancias, algunas  semanas, meses o años, pero que llega a su  final  cuando no se tiene en cuenta lo que el apóstol Pablo les dice a los tesalonicenses y también a nosotros:

 Estad siempre gozosos.

 Orad sin cesar.

 Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.

 No apaguéis al Espíritu.

 No menospreciéis las profecías.

 Examinadlo todo; retened lo bueno.

 Absteneos de toda especie de mal.

 Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. (1 Tesa. 5:16-23)

Porque toda experiencia  espiritual, si es real,  trae tal  tipo de cambio, que conduce  además   de darle gracias a Dios por haberse mostrado a nosotros,   a orar;   a anhelar una intima relación con el Espíritu Santo; a querer conocer más de la Palabra de Dios; a apartarse de todo aquello que nos mantenía separados  de Dios; al  nuevo nacimiento  y  a buscar  la santidad, sin la cual, como todos sabemos,  nadie verá al Señor. (Hebreos, 12:14)

En caso contrario, nuestra maravillosa  “experiencia” religiosa  quedará tan solo, como una  simple y lejana “anécdota” religiosa, sin  la mayor importancia, dando paso a proveer para los “deseos de la carne” (Rom. 13:13-14) al haberla  dejado  arrinconada y olvidada   durante algún tiempo.  Deseos (tentaciones)  que debido a la debilitada y relajada condición espiritual,  aún permaneciendo  en la “iglesia” nos pueden alejar  de Dios y  arrastrarnos a situaciones comprometidas a las que La Palabra de Dios si sucumbimos a ellas, las define como pecado, con el resultado de muerte (Rom. 6: 23)  como paga:  

Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.  Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. (Santiago, 1:14-15)

Así que, aquellos que tuvimos una experiencia religiosa, (el que piensa estar firme, mire que no caiga) no nos queda otra, que mantenerla fresca en la memoria, y echar mano de la vida eterna tal como le aconsejó Pablo a su pupilo Timoteo (1 Tim. 6:12) para que con la imprescindible ayuda del Espíritu Santo, seguir los pasos de Cristo hasta el final, como recomienda el   autor de la  epístola a los hebreos: 

Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados,  sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. (Hebreos, 10:23-27)

Con la esperanza,  de que hay esperanza,  para todos aquellos que   arrepentidos, desanden el camino de pecado y vuelvan  al dador de la vida. 

Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados. (Santiago, 5:19-20)

Que la Gloria sea siempre para  nuestro Dios.

 

2 comentarios sobre “Una experiencia religiosa.

  1. Gloria a Dios pastor!!! Que mensaje más maravilloso, es así ….puestos los ojos en Jesús el autor y consumador de la fe, porque en ningún otro hay salvación que fuera de Cristo, por lo cual debemos mantenernos firmes, sin fluctuar con la mirada en las cosas de arriba, no en las de la tierra porque estamos muertos al pecado más vivos en la plenitud de aquel que todo lo ha cambiado.
    Gracias hermano, muy oportunos sus mensajes, adjunto le dejo un escrito que hice hace poco…espero le sea de bendición.
    Josué

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