Para que tu fe no falte.

 

Después de haber participado Jesús con sus discípulos, en la conocida última cena, ya que fue la última Pascua que celebró con ellos antes de ir a la cruz, dirigiéndose a Pedro le dijo: 

…. Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos. (Lucas, 22:31-32)

Ora el Señor por Pedro, aunque todos iban a ser zarandeados por Satanás, porque Pedro era el que siempre se precipitaba en hablar y en tomar decisiones, aunque fueran equivocadas:

Él le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte. Y él le dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces. (Lucas, 22:33-34)

Sabía el Señor que Pedro le iba a negar tres veces, y que acobardado se alejaría de Él; pero su fe, debido a la oración del Señor Jesús, no le iba a faltar. Y así fue. Ya que,  una vez arrepentido al haber negado tres veces a su Señor,  volvió humillado y avergonzado a los pies de Cristo.  Recibiendo, no una reprensión,  sino el encargo, de apacentar y pastorear a sus corderos y ovejas. (Juan, 21:15-17)                                                                                        

Sigue el Señor Jesús intercediendo por los suyos para que, a pesar de los “zarandeos” que pueda darles Satanás, no les falte la fe.  Y se pueda, una vez superado la prueba, (al igual que Pedro) dar a conocer la salvación que ofrece el Señor Jesucristo; además de fortalecer y animar a los hermanos de la fe. 

¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿Quién contra nosotros?  El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿Cómo no nos dará también con él todas las cosas?  ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.  ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. (Rom. 8:31-34)

 

 

¿Podrías pensar en ello?

 

 

 

 

 

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