Amar, no significa Aprobar.

 

 

Hasta no hace mucho tiempo, creía, porque así lo tenía asumido, que amar era consentir y aceptar todo lo que pensara e hiciera la persona o personas amadas, obviando las consecuencias que dicha actitud podrían conllevar.

Pero, leyendo la Palabra de Dios y meditando en ella, caí en la cuenta de mi error: amar ni significa consentir y menos aceptar; es mucho más.

La clave para ello, para que se hiciera “la luz” en mi, fue el siguiente archiconocido verso:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.  (San Juan, 3:16)

Me di cuenta, (tal vez otros se hayan dado cuenta antes) de que el Señor envió a su hijo unigénito, porque no aprobaba el comportamiento de aquellos a quienes amaba. Todo lo contrario de lo que nosotros hacemos con los que amamos, que aprobamos, consentimos y aceptamos lo que dicen y hacen, basándonos equivocadamente (en mi opinión) en el texto que sobre el amor se expone en la primera de las epístolas dirigidas a los corintios:

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor n es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta .  (1º Cort. 13: 4-7)

El Señor está claro que no envió a su hijo, porque se hacían bien las cosas, como si de un premio se tratara, para conseguir la vida eterna; si no porque se hacían mal, incluso algunas de ellas muy mal y en contra de su voluntad; lo envió (por amor) para corregirnos y hacernos ver las cosas como son y como él las ve, que es lo que vale, y lo hizo por amor hacia nosotros, así de simple; A pesar de que ese amor no fuera correspondido. (1ª Juan, 4:9-10)

El amar implica en muchas ocasiones disciplinar. (Apoc. 3:19)

Soy padre de tres hijos a los que amo, y cuando estos eran pequeños, por amor hacia ellos, les corregía, y en caso necesario les disciplinaba; me importaba su educación y su formación y que crecieran respetando y tratando a los demás, como ellos querían que se les respetase y tratase; incluso ahora que son adultos, cuando la situación así lo ha requerido, les he confrontado; simplemente porque nunca van a dejar de ser mis hijos; hijos que me importan y a los cuales quiero. (Prov. 13: 24)

En el Señor, las cosas no son muy diferentes; los que somos hijos de Dios, nunca vamos a dejar de ser sus hijos, y porque nos ama y se preocupa por nosotros, pueda que tenga que corregirnos o disciplinarnos cuando así lo requiera el asunto, porque el amarnos no implica aceptar o aprobar, todo lo que digamos o hagamos. (Hebreos, 12:5-6)

Aunque existe la creencia de que como Dios es amor, (algunos así lo creen) va a permitir actitudes y comportamientos que se alejan de lo por el Señor establecido, incluso algunas enseñanzas y doctrinas, basadas en versos bíblicos sacados de contexto, dan pié a que muchos se agarren a ellas y las acepten por, y para su propio interés y justificación, a pesar de ser totalmente contrarias a la Palabra de Dios. (Hebreos, 6:4-6)

Obviando como cosa no importante la justicia de Dios; como si el Señor tuviera que mirar obligatoriamente, por amor, hacia otro lado, al estar viviendo los que nos consideramos sus hijos, una vida de pecado.  (1ª Cort. 6:9-11)  (Nahum, 1:3)

En verdad Dios es amor, y por el amor que el Señor nos tiene, no va a consentir que sus hijos vivamos desordenadamente deshonrando su nombre debiendo recurrir a la disciplina que estime conveniente.

Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.
Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?
Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su
santidad. (Hebreos, 12:8-10)

Aunque algunos podrán no estar de acuerdo con este planteamiento, apoyándose en lo que el apóstol Pedro en la primera de sus epístolas, nos dice: el amor cubrirá multitud de pecados. (1ª Pedro, 4:8)  Entendiendo algunos que por amor se debe pasar por alto el pecado, y no es exactamente así; si no que por amor al pecador, se tapará (cubrirá) el pecado para que este no se divulgue, causando mas daño del ya ocasionado; Dando oportunidad al que lo cometió para que sin ningún tipo de juicio o condenación, pueda levantarse de su caída y seguir el camino trazado por nuestro Señor Jesucristo.

No, amar no significa aprobar; por lo tanto, los que decimos que amamos al Señor, deberíamos tener siempre presente la siguiente máxima del Señor Jesús, para ser aprobados por Dios:

Si me amáis, guardad mis mandamientos. (San Juan, 14:15)

 

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

 

Un comentario sobre “Amar, no significa Aprobar.

  1. Muy lindas palabras, estimado Pastor Antonio, todas son enseñanzas para nuestra corta vida en Jesucristo. Bendiciones para ustedes y todos los hermanos de la Iglesia de la Villa. Amen!!

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