Corriendo con paciencia.

Después de la larga lista de personajes a los que el autor de la epístola a los Hebreos, en el capítulo once de la aludida carta, califica como héroes de la fe para ejemplo nuestro, exhorta todos los creyentes, en los primeros versos del siguiente capítulo, a despojarse de todo peso y del pecado que les asedia, para correr sosegadamente en Cristo, la carrera de la vida.

Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.(Hebreo, 12: 1-2)

Utiliza el autor de la epístola, los vocablos peso y pecado, con toda intención; porque sabiendo, como sabía, que no tenemos lucha contra carne ni sangre, entiende que es más que necesario quitarse de encima todo lo que nos impida transitar convenientemente a lo largo de nuestra vida, con el que es, el Camino, la Verdad y la Vida.(Juan, 14:6)

En primer lugar, se nos indica, debemos de deshacernos de todo peso. Peso o más bien lastre, que muchos de nosotros solemos o podemos cargar, a pesar de su molestia y su incomodidad. No se trata de pecados, sino de preocupaciones, obligaciones, tareas, etc., que como verdaderas cargas, nos limitan u oprimen, y que en ocasiones, cansados, nos estimulan (las cargas) a desertar. De ahí que el Señor Jesús dijera lo siguiente:

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.(Mateo, 11:28)

Se menciona a la vez, deshacerse, del pecado que asedia a los creyentes, a todos los creyentes; porque un asedio es rodear completamente a alguien sin dejarle salida alguna, hasta lograr su claudicación o sometimiento. Y este es el trabajo que hace el adversario en relación a los creyentes.

Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.  (1º Pedro, 5:8)

Tampoco se trata de pecados ocultos y no confesados, sino de todo lo pecaminoso que hay en nuestro entorno y que no debemos, ni de lejos, atender, como tentaciones, incitaciones, persuasiones y cosas semejantes, que no son ni más ni menos, que apetitos de la carne. Aspectos (los mencionados) que con mucho tino, nos advierte La Palabra de Dios, que nos abstengamos.

Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras. (1ª Pedro, 2:11-12)

Lo que se nos pide, es que seamos conscientes de que tenemos por delante una labor muy importante, y que por lo tanto, no podemos ser meros espectadores del plan que Dios tiene para su Iglesia, porque formamos parte de ella. Y al ser parte de ella, debemos deshacernos de todo aquello que sin ser pecado, no conviene a los santos de Dios.

Porque, a nuestro alrededor, no solo tenemos como testigos, a los mencionados héroes de la fe, si no que, empezando por nuestra casa y pasando por las de nuestros familiares, vecinos y amigos, incluyendo además compañeros de trabajo y demás, todos están pendientes de nuestro caminar en Cristo.

Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. (1ª Cort. 10:12)

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

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