Ministrando y Ayunando.

 

 

Ministrar y ayunar son dos conceptos que tenemos asumidos muchos creyentes, aunque no los practiquemos tanto como deberíamos. Pero que tal vez sería bueno que se tuvieran en cuenta, ya que en la Biblia se mencionan en distintas ocasiones y por distintos y variados motivos.

Así que vamos a detenernos en algo que les aconteció a unos hermanos que según La Palabra de Dios, ministrando y ayunando el Señor les habló:

Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo.
Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.
Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.
. (Hechos, 13:1-3)

Cómo podemos ver el grupo estaba compuesto de gente selecta y digo selecta en el sentido de gente escogida por el Señor, como podemos ser usted y yo, y por todos los que el Señor llama a servirle, que somos todos los creemos en Él, sin excepción de raza, sexo, edad o condición.

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.  (Juan, 1:12-13)

Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. (1ª Juan, 3:1-2)

En fin, eran hombres como nosotros. Hombres que en ningún momento dejaron de servir a sus semejantes, tanto a través de La Palabra, como profetas y maestros, como en las necesidades más esenciales. (Hechos 6:2-3)

Pero sin dejar en ningún momento, que la relación con Dios en lo personal y comunitario (como iglesia) se diluyera, debido al exceso de trabajo. Servían y ayunaban.

Y servían porque habían sido llamados por el Señor; pero el llamamiento implicaba e implica además de obediencia y sujeción, disposición para hacer la voluntad del Señor que les llamó.

Esperaba este dispuesto grupo de hombres, que el Señor les indicara que hacer y cómo hacer su voluntad, sin dejar de orar y ayunar; mientras tanto ministraban. No dejaron su trabajo (servicio) mientras ayunaban y por supuesto, oraban.

Debido a esto, hemos tenido en la congregación a la que pertenezco que replantearnos algunas cosas, porque no es suficiente tener buena voluntad para tomar algunas decisiones, sino que, en casi todas, por no decir que en todas, debemos, sin dejar la ministración de La Palabra u otras cosas, estar dispuestos a no desconectarnos del Señor, porque la rutina en el servicio (ministerio) puede hacernos alejar (sin darnos cuenta) poco a poco del Señor y hacernos creer, que estamos en el buen camino, por lo agradable y satisfactoria que dicha rutina nos pueda resultar.

El ayuno y la oración es lo que le da vida, sabor y olor agradable al servicio, ya sea al de profecía, enseñanza o a cualquier otro. Incluso a los que no se ven, que son muchos y más importantes de lo que podamos creer, porque tod@s, sin excepción, como ya se ha señalado anteriormente, somos útiles para Dios. (3ª Juan: 1:5)

Así que, si, ni a Bernabé y ni a Pablo, ni a los demás que formaban el grupo, no “les cayeron los anillos” por orar y ayunar, esperando que el Espíritu Santo les hablara e indicara lo que debían hacer, a pesar de ser apóstoles, profetas o maestros, ¿Se nos van a caer a nosotros por hacer lo mismo?

Pues como creo que no nos van a caer, sería conveniente, ya que, a todos nos gustaría que el Señor nos utilizara al igual que a los mencionados Pablo y Bernabé, sería más que bueno (si es que el Señor está en el asunto) que comenzáramos a doblar nuestras rodillas, orando y ayunando, sin dejar de servir, hasta oír la voz del Espíritu Santo indicándonos qué y cómo hacer las cosas.

Actitud, en cuanto a la oración, ayuno y servicio, que Pablo desde su prisión romana recomendó (en el Espíritu Santo) que no se dejara de lado, sino todo lo contrario, para que el Señor abriera puertas al evangelio y diera Palabra de Vida a todos los que Él envía. Recomendación que alcanza a todos los que hemos sido llamados por el Señor; porque como todos sabemos, Jesucristo, es el mismo ayer, hoy y por los siglos.

Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias; orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso, para que lo manifieste como debo hablar.  (Colosenses, 4:2-4)

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

 

2 comentarios sobre “Ministrando y Ayunando.

  1. Hola pastor gracias por compartir frecuentemente su enseñanzas aunque no pueda agradecerle siempre sirva este mensaje para hacerlo notorio .

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