Creciendo en Cristo.

 

 

….. Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor. (Efesios, 4: 15-16)

Jesús, como maestro, tenía un sistema muy peculiar de enseñanza; enseñaba a sus discípulos no solo con palabras de sabiduría y autoridad, sino también a través de vivencias y experiencias, para que su aprendizaje, se basara en dos pilares fundamentales; lo que oían y lo que veían. (Lucas, 4:31-37)

Para que cuando llegara el momento, poder enviarlos a poner en práctica lo que habían aprendido, a través de lo que habían visto y oído, porque el crecimiento más eficaz, al que todos aspiramos, se consigue poniendo en practica lo aprendido; la verdad, es que, realmente crecemos funcionando.

De ahí que el Señor Jesús enviara primeramente a sus doce primeros discípulos y después a otros setenta, para que no solo tuvieran la teoría de lo que podrían hacer cuando dispuestos y debidamente ejercitados, y llenos del Espíritu Santo, fueran definitivamente enviados a dar a conocer el Reino de Dios; en pocas palabras: Para que tuvieran un crecimiento integral en el Espíritu. (Lucas. 9:1-6; 10:1-9)  

Porque a menudo, aunque digamos que aprendemos de Cristo y que damos a conocer las enseñanzas de Cristo, solo se enseña teoría y alguna que otra conjetura, que viene a ser lo mismo. Cuando en la “escuela de Jesucristo” como se puede comprobar en los evangelios, se debería enseñar teoría y práctica a la vez.

Teniendo en la actualidad, en los “templos” un auditorio de oyentes cansados de oír de manera repetitiva, lo que se supone, puede y quiere hacer el Señor Jesucristo, a través de nosotros; pero que, la mayoría de los oyentes lo desconocen, porque ni lo han experimentado y menos aún lo han visto; debido a que no nos atrevemos, (los que enseñamos) ni somos capaces de poner en practica con nuestro ejemplo, lo que se supone que podemos hacer; que es llevar afuera de “los templos”, a las calles de nuestras ciudades, la autoridad que como hijos de Dios, decimos que tenemos.

Quedándonos, al no movernos ni ejercitarnos en lo espiritual, sin el crecimiento deseado; al estar de manera casi permanente, encerrados entre cuatro paredes, que, adornadas algunas de ellas, con pinturas y textos bíblicos nos recuerdan lo que Dios espera y quiere de nosotros. Pinturas y textos que ya ni nos fijamos en ellos ni en lo que dicen, de tan acostumbrados que estamos a verlos.

Todo lo contrario a lo que le aconteció a Pablo, al apóstol Pablo, que una vez que el Señor ”le tocó” no se pudo contener; comenzando a dar a conocer el nombre de Jesús en todas partes, incluso poniendo su vida en peligro. (Hechos, 9:20-27)

Aunque aún le faltaba a Pablo, a pesar de conocer por revelación el evangelio de Jesucristo, llevar a la práctica todo aquello que debe acompañar a la Palabra revelada de Dios: La autoridad espiritual. Enseñanza de la que se encargó de llevar a cabo sin ningún tipo de prejuicio Bernabé, por indicación del Espíritu Santo. (Hechos, 11:22-26;13:2-4)   

Porque le era necesario a Pablo, ejercitarse en todo lo espiritual que el Señor había puesto en sus manos:

Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios. (Hechos, 14:3)

Experiencia, que al igual que Pablo, es necesario que adquiramos, todos aquellos que en la actualidad, también nos consideramos discípulos de Jesucristo; si es que realmente queremos llegar a poder conseguir a través de un crecimiento integral en el Espíritu, la talla de un verdadero hijo de Dios. (Rom. 8:14)

Atreviéndonos para ello, a ejercitarnos espiritualmente, sin ningún tipo de duda o temor, en todas y en cada una de las áreas de enseñanza de nuestro Señor Jesucristo, para ir acomodándonos a lo espiritual; al igual que lo hicieron todos los hombres y mujeres de fe, que nos antecedieron en Cristo; porque no todo (el mover espiritual) terminó en el primer siglo, como algunos aseguran, ya que en caso contrario invalidaríamos lo que en las Escrituras dejó dicho el Señor Jesucristo:

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere, será condenado.
Y estas señales seguirán a los que creen; en mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no le hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.
(Marcos, 16:15-18)

Y para terminar solo recordar que:

Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. (Hebreos, 13:8)

 

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

 

Un comentario sobre “Creciendo en Cristo.

  1. Que mensaje tan verdadero, pero ahora algunos líderes se encelan cuando algun miembro les dice de abrir nuevas iglesias o evangelizar. Dios los bendiga mucho.

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