Cuando Dios cambia el corazón.

 

 

He aquí el breve relato de dos hombres, que, en su juventud, el Señor les mudó el corazón; para que, uno como rey y otro como apóstol, establecieran, aunque de distinta manera, su señorío.  Así que veamos que nos dicen las Escrituras en cuanto este asunto:

Se menciona, en el primero de los libros de Samuel, lo acontecido a un joven de la tribu de Benjamín, que yendo en busca de unas asnas que se le habían extraviado a su padre, se encontró con Dios….

Había un varón de Benjamín, hombre valeroso, el cual se llamaba Cis, hijo de Abiel, hijo de Zeror, hijo de Becorat, hijo de Afía, hijo de un benjamita. Y tenía él un hijo que se llamaba Saúl, joven y hermoso. Entre los hijos de Israel no había otro más hermoso que él; de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo. Y se habían perdido las asnas de Cis, padre de Saúl; por lo que dijo Cis a Saúl su hijo: Toma ahora contigo alguno de los criados, y levántate, y ve a buscar las asnas… (1 Samuel, 9:1-27)

No buscaba este joven al Señor, pero se encontró con el Señor; y al “toparse” con Dios, este le cambió el corazón. Convirtiéndose, para asombro de muchos, además de otro hombre, en rey de Israel; dándole la facultad (al tener el respaldo del Señor) de hacer lo que creyera conveniente… (1 Samuel, 10:1-,9)

Otro joven llamado Saulo, muchos años después de lo acontecido al que llegó a ser el primer rey de Israel, guardaba la ropa de los falsos testigos que, al acusar de blasfemia, a uno de los varones que llenos del Espíritu Santo y sabiduría, (Hechos, 6:1-11) colaboraban con los apóstoles en el servicio a los santos, apedrearon hasta darle muerte….

Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo.  Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu.  Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió. (Hechos, 7:58-60)

Este Saulo también “se topó” con el Señor Jesús, mientras lleno de animosidad e ira, iba en busca de los hombres y mujeres que seguían las enseñanzas del Maestro de Galilea, para apresarles y (probablemente) entregarles a la muerte.  No buscaba a Jesús, pero el Señor le buscó a él. Y para asombro de los que por sus maldades le conocían, le cambió el corazón y lleno (al igual que a Saúl) del Espíritu Santo, no solo se convirtió en otro hombre, sino que llegó a ser uno de los apóstoles más destacados del Señor Jesucristo, al que, sin saberlo, perseguía…  (Hechos, 9:1-6, 13-18)

SAÚL.

El Señor respaldó a Saúl como rey mientras este le fue fiel. (1 Samuel, 11) Pero llegado el momento de poner en la balanza la obediencia a Dios, esta se inclinó hacia al lugar equivocado, pesando más el orgullo y la soberbia de Saúl, que la sumisión al Señor, al creer que, hiciera lo que hiciera, el Señor iba a estar a su lado, porque ser utilizado por Dios, no significa ser aprobado por Él… 

Y vino palabra de Jehová a Samuel, diciendo: Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. Y se apesadumbró Samuel, y clamó a Jehová toda aquella noche… (1 Samuel, 15:10-11)

SAULO.

A diferencia de Saúl, no se desvió Saulo (Pablo) de la encomienda que le hizo el Señor Jesús, sino que fue fiel a su llamado…

Yo soy Jesús, a quien tú persigues.  Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados. (Hechos, 26:15-18)

Testificando y predicando, aún a costa de su vida, el evangelio del Señor Jesucristo, en gran parte (por aquel entonces) del mundo conocido… (Hechos, 20:18-24)

SAÚL.

Al desecharle Dios, el Espíritu Santo se apartó de Saúl, y un espíritu malo, al que dio paso el Señor, lo atormentaba.  (1 Samuel, 16: 14-15) Acabando sus días el que fuera el primer rey de Israel, al haber perdido la dirección del Espíritu Santo de Dios, buscando el consejo de una adivina… 

Y cuando vio Saúl el campamento de los filisteos, tuvo miedo, y se turbó su corazón en gran manera. Y consultó Saúl a Jehová; pero Jehová no le respondió ni por sueños, ni por Urim, ni por profetas.  Entonces Saúl dijo a sus criados: Buscadme una mujer que tenga espíritu de adivinación, para que yo vaya a ella y por medio de ella pregunte. Y sus criados le respondieron: He aquí hay una mujer en Endor que tiene espíritu de adivinación… (1 Samuel, 28:5-7, 18-20)

SAULO.

 Siguió Pablo (Saulo) a lo largo de toda su vida sirviendo fielmente al Señor, dejando atrás todo aquello que podría impedirle llegar a la meta fijada por el Señor…

Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.  (Fil. 3:13-14)

Terminando sus días, convencido que había llegado, al guardar la fe en Jesucristo, a la tan deseada meta, y que recibiría el premio preparado por el Señor, (la corona de justicia) para todos aquellos que como él, lleguen a alcanzarla…

Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.  Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida. (2ª Tim. 4:6-8)

CONCLUSIÓN

Saúl y Saulo, dos hombres cuyas vidas deberían hacernos reflexionar, porque a ambos, el Señor les mudó el corazón y les llenó de su Espíritu Santo, para que, en obediencia a su palabra, uno como rey y el otro como apóstol, establecieran, (como se menciona al principio de este escrito) el señorío de Dios, uno en lo natural y otro en lo espiritual.  Y que, a pesar de haber tenido el mismo comienzo (a ambos les escogió el Señor) no terminaron la carrera de la vida, ni en el mismo lugar, ni en la misma posición. Porque, aunque Dios mude el corazón del hombre, deja intacta la facultad de elegir y obedecer.

Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.  Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal; Porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos. (Prov. 3:5-8)                                               

Por lo cual, el corazón, debe guardarse como un tesoro, ya que, de él, como dicen Las Escrituras, mana la vida.

Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones.   No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; Porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo.  Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.  Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de los labios.  Tus ojos miren lo recto, y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante.  Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos.  No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; Aparta tu pie del mal.  (Prov. 4:20-27)

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

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