Cuando el Justo Ora.

 

 

La oración eficaz del justo puede mucho. (Santiago, 5:16)

A menudo, hemos aplicado el adjetivo justo, a algunas personas, medios o situaciones; incluso encontramos este calificativo en la Palabra de Dios.

El diccionario Minilarousse ilustrado, define el calificativo justo, (entre otras) de las siguientes formas o maneras:

Justo: Que juzga y obra con justicia y equidad. Persona que vive según la ley de Dios y es temerosa de Él.

Sin olvidarnos de la primera de las definiciones, vamos a quedarnos con la segunda de ellas, que es la que nos interesa, y la que mas se aproxima a la definición que de ella da, la Palabra de Dios:

Y el hombre que fuere justo, e hiciere según el derecho y la justicia, que no comiere sobre los montes, ni alzare sus ojos a los ídolos de la casa de Israel, ni violare a la mujer de su prójimo, ni se llegare a la mujer menstruosa, ni oprimiere a ninguno; que al deudor devolviere su prenda, que no cometiere robo, y que diere de su pan al hambriento y cubriere al desnudo con vestido, que no prestare a interés ni tomare a usura, que de la maldad retrajere su mano, e hiciere juicio verdadero entre hombre y hombre, que en mis ordenanzas caminare, y guardare mis decretos para hacer rectamente, este es justo; este vivirá, dice Jehová el Señor. (Ezequiel, 18:5-9) 

EL PORQUE DE ESTE ARTÍCULO.

Durante una reunión de oración en la congregación a la que pertenezco, al ver el reducido número de asistentes a la misma, sentí una tristeza tal que no pude impedir que mis ojos se llenaran de lágrimas.

Sentí pedirle perdón al Señor por el poco interés mostrado hacia este importante tipo de reuniones, (las de oración e intercesión) por parte de muchos de los miembros de la congregación, viniéndome en ese mismo momento a la mente, el versículo que encabeza y da pie a este artículo.

Hasta donde conozco, creo que este es un mal endémico que preocupa a muchas congregaciones. Les cuesta mucho a los hermanos reunirse para orar.

Quizá se sientan cansados después de un larga jornada laboral o doméstica y tal vez, lo que menos les atraiga es asistir al local o salón de reuniones para orar, una vez sentados en el cómodo sofá y viendo el programa favorito de televisión. (He. 6:11-12)

Olvidando el ejemplo dado por nuestro Señor y Maestro Jesús, que después de haber terminado sus tareas diarias se iba al monte a orar.

Enseguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de Él a Betsaída, en la otra ribera, entre tanto que Él despedía ala multitud. Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar. (Marcos, 6:45-46)

Olvidando también que como sacerdotes, porque somos un reino de sacerdotes, (Apoc, 1:6)  y estamos obligados a orar e interceder por nuestros hermanos, por nuestra ciudad, por nuestro país, por muchas necesidades y por muchas situaciones, que solo Dios puede darles solución. (1ª Tim. 2:1-8)

LA REFLEXIÓN

Ya sabemos que un justo es alguien temeroso de Dios, mencionando la Biblia por nombre propio a algunos de ellos, a saber: Noé, (Gén.6:9) Abel, (Mat. 23:35) Zacarías e Elizabet, (Luc. 1:5-6) Juan el Bautista, (Mar. 6:20) Simón, (Luc. 2:25) José de Arimatea, (Luc. 23:50) Cornelio el centurión, (Hech. 10:22)  etc.

Pero el Justo con mayúscula es Jesucristo. (Mat. 27:19, 24; Luc. 23:47; Hech. 3:14, 7:52, 22:14; 1ª Juan, 2:1)

LA PREGUNTA

Sin embargo, también dice la Palabra de Dios, que no hay nadie justo(Rom. 3:10-11) salvo nuestro Señor Jesucristo.

Entonces, ¿si no hay nadie justo, la oración eficaz y poderosa, que menciona Santiago en su epístola, existe?

LA RESPUESTA

Si que existe, porque hay justos, Santiago no se equivocó; justo es todo aquel que ha sido justificado por el Señor Jesucristo, (1ª Cor. 6:9-11)  produciendo esta justificación en nosotros, un cambio radical en nuestra relación y trato con nuestro Creador y Señor. Amén y Amén. (Salmos, 37:30-31; Prov. 3:32)

Somos justos y no por nuestra propia justicia; sino porque hemos sido justificados en el Señor Jesús; y por medio de esa justificación, sin duda alguna, nuestro Padre Celestial nos considera justos, (Salmos, 34:15)  y como a justos el Eterno recibe y atiende todas nuestras oraciones y peticiones, dando cumplida respuesta a cada una de ellas a su debido tiempo, al tiempo de Dios. (Salmos, 34:17; Prov. 10:24)

CONCLUSIÓN

La necesidad de orar es apremiante para que el Señor de cumplida respuesta a nuestras oraciones. (Prov. 15:29)

Además de necesario es una obligación orar. (1ª Tesa. 5:17) Tanto pecado, tanto sufrimiento, tanta enfermedad, tanta injusticia, tanto abuso y tantas ataduras que podrían ser subsanadas y corregidas por un tiempo de oración comunitaria, tan solo por un puñado de justos reunidos en armonía. (Mat. 21:22;  Luc. 18:7-8;  Hech. 2:42-43)

No se si lo que se debe a esta falta de interés por la oración, es debido a que no se cree totalmente lo que dice la Palabra, sobre el poder de la oración del justo, o simplemente se supone que lo que yo no hago (como justo) ya lo hacen otros.

Pero si que se suele recurrir a esos otros, (justos) cuando somos nosotros los que tenemos la necesidad.

No erremos, si el Señor nos ha justificado, somos justos por su justicia, y como justos, nuestra oración además de eficaz, puede mucho. (Mar. 11:24)

Sin olvidar que la justificación, va unida a la salvación y a la santificación, junto a otros muchos mas beneficios, que nos son necesarios para una vida de fe, como bien dice la Palabra: Mas el justo por su fe vivirá (Hab. 2:4)

Así que no importa que seas hombre o mujer, si eres hij@ de Dios, si ahora te consideras just@, no desperdicies el tiempo que le debes a Dios; (Ef. 5:15-16)  recuerda también que algún otro just@, tuvo que orar por ti, para que estuvieras donde ahora tu estás.

Recuerda just@, tu oración vale mucho.

Elías era un hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses.
Y otra vez, oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.

(Santiago, 5:17-18)

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

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