Dependiendo del Señor

 

 

 

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. (Filipenses, 4:13)

Recientemente, debido a una molestia que venía sintiendo en la boca del estómago y que posteriormente derivó en dolor de pecho tuve que permanecer ingresado en el hospital durante varios días; días que me sirvieron para meditar sobre la fragilidad del ser humano.

Nunca antes había estado ingresado como paciente en un hospital, ni había montado en una ambulancia y menos aún tendido sobre una camilla. Fue mi primera experiencia de este tipo, esperando si Dios quiere que sea además de la primera, la última.

Durante las mas de 12 horas que permanecí prácticamente aislado en la sala de observación, constantemente me preguntaba que hacía allí, que aquello no podía estar pasándome a mí, que debía ser un sueño del que quería despertar lo antes posible.

Desprovisto de toda mi ropa, de mi reloj, de mi teléfono móvil, hasta de mi anillo de casado, y también de parte de mi dignidad; vestido solamente con un simple y gastado camisón azul, me sentía indefenso y muy vulnerable, sobre todo al no saber que era lo que me estaba pasando; la verdad es que por primera vez en mi vida sentí miedo a lo desconocido.

Angustiado, repasé mentalmente si había hecho algo mal o había cometido algún pecado involuntario, y no encontré nada de lo que pudiera arrepentirme; así que clamé al Señor preguntándole que era lo que estaba pasando, pero al no recibir ninguna respuesta, dejé de preguntar y opté temeroso por esperar en Él. Recordé aquellos salmos de David, en los que también angustiado, a veces enfermo, perseguido o en peligro de muerte, clamaba al Señor para que le librara de la situación en la que se encontraba.  (Salmos, 6:2-7; 102: 1-5)

Oré mucho, incluso derramé a escondidas, algunas lágrimas.

Mi familia, mi esposa y mis tres hijos, incluso algunos miembros de la congregación a la que pertenezco también se encontraban orando en una sala del hospital, a la espera de resultados.

El resultado llegó y era que estaba sufriendo un infarto, ¿un infarto yo?, ¡Imposible! Alguien que no padecía de hipertensión, ni de colesterol, sin antecedentes familiares, no fumador, sobrio en la alimentación, deportista durante años, creyente y por lo tanto hijo de Dios. No podía creer que algo así me estuviera sucediendo. Era un sueño del que debía despertar lo antes posible.

Pero no era un sueño, varios cardiólogos llegaron a la conclusión de que debían realizarme un cateterismo, para desatascar una arteria que se encontraba totalmente obstruida. Fue la primera vez que oí la palabra cateterismo, explicándome su significado una de mis hijas licenciada en medicina.

Mi mente aún seguía sin aceptar la realidad de lo que me estaba sucediendo, pero cuando tendido sobre la mesa del quirófano totalmente consciente, el cardiólogo procedió a intervenirme, mi actitud cambió, pensé que había llegado mi hora y me sentí avergonzado ante el Señor, fue como si le hubiera fallado en algo pero que no sabía en que; me sentí como si no hubiera sido lo suficientemente fuerte para Él, físicamente hablando y me hubiera dejado vencer por la enfermedad.

Hasta ese momento, nunca había pensado en la fragilidad del cuerpo humano (y menos aún la de mi propio cuerpo) y del poco control que tenemos sobre él; sentí lo que nunca antes había sentido, su total independencia (la del cuerpo) a nuestra voluntad y sentidos. Sobre todo, al tener que depender totalmente de la pericia de los médicos que en esos momentos me estaban atendiendo. Aunque en mi condición de hijo de Dios, puse en manos del Padre mi situación y todo lo que estaba aconteciendo en esa sala.

En verdad que hubo momentos en que llegué a estar convencido de que había llegado mi hora; que mi tarea había terminado y había llegado el momento de partir, sin sentir ninguna alegría por ello, sino todo lo contrario.

Todos estos pensamientos llenaban mis ratos de soledad, y con temor y reverencia me dirigía al Señor en oración, pidiéndole que me sanara y me librara de la muerte. Seguía sin saber porque me había ocurrido esto a mí. Llegando incluso a pensar que podía tratarse de un ataque en toda regla de nuestro adversario, opinión compartida por varias personas cercanas a mí. (1ª Pedro, 5: 8-9)

Recordé en unos de esos momentos las palabras que me dirigió mi esposa en su primera visita al verme tan decaído, “Antonio, no tengas temor, Jesús tiene el control” (Mateo 28:18)  palabras que me hicieron reaccionar y cambiar de actitud. Ya que de estar abatido y sentir pena de mí mismo, llegué a tener la certeza de que el Señor estaba al tanto de la situación. Recordando además, la palabra profética que en su día recibí del Señor y que solo se había cumplido en parte, quedando aún muchas cosas por cumplirse.

A los pocos días, pude regresar a mi casa, recomendándome el cardiólogo que podía reanudar mi vida con normalidad. Mi recuperación había resultado satisfactoria.

Convencido de que, con las palabras de aliento que me dirigió mi esposa, fui liberado del temor, de la enfermedad y de la muerte, tuve que pedirle perdón al Señor por haber dado paso a un espíritu de temor y de duda, al olvidar todas y cada una de las promesas hechas a sus hijos. (Salmos, 27:1) Bendiciéndole y dándole las gracias al salir del hospital, por poder sentir de nuevo el calor del sol sobre mi rostro, y poder respirar el aire salobre de mi mar Mediterráneo. (Salmos, 103:1-5)

También le pedí disculpas a mi hija, por no haber hecho caso a su recomendación que como médico, al aparecer los primeros síntomas de la enfermedad, me hizo; alertando además de la situación que intuía a su madre (mi esposa), y que esta a su vez alertó a nuestro hijo , llegando este, casi obligarme (en el buen sentido) a acompañarle a la admisión de urgencias del hospital, cuando mi intención era la de asistir a una reunión esa misma noche y dejar la visita al hospital para otra ocasión.

Y aunque aún sigo esperando la respuesta del Señor sobre mi enfermedad, sé que esta experiencia me ha servido para depender mas de Él. Para apreciar y valorar mas que hasta ahora lo había hecho, todo lo que el Señor me ha dado, esposa, hijos, nietos, amigos, hermanos. Para comprender mas a los enfermos, a los necesitados, a los que sufren, y a todos aquellos que no tienen esperanza. Y para dar a conocer aún con mas premura, a ese Jesús que tanta gente ignora y que siempre tiene el control de todas las cosas.

Teniendo siempre en cuenta la afirmación que hizo a todos sus discípulos:

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.(Juan 16:33)

Ya que si él ha vencido al mundo, sin ninguna duda, ¡¡Jesús tiene el control!!

 

 

Que la Gloria sea siempre para el Señor.

 

 

10 comentarios sobre “Dependiendo del Señor

  1. Amado Antonio: me GUSTA tu sinceridad y tu desición de depender del Señor mas intensamente, despues de haber pasado esta dura prueba, Puedes estar seguro que todas las cosas ayudan a bien a los que a Dios aman…Bendigo tu vida, y adelante…HASTA QUE LA GLORIA DE DIOS SEA MANIFESTADA EN NOSOTROS Y MAS ALLA.
    Santiago.

  2. Que bonito testimonio Antonio,es para reflexionar, porque muchas veces nos creemos inmortales y que nuestras pruebas son distintas a las de las demas personas, recordemos siempre, solo Dios tiene el control de todo. Sinceramente me conmovió tu historia, algo nos enseña nuestro Dios a traves de estas experiencias, recibe un cordial saludo desde Venezuela, Antonio Gudiño, soy cristiano Bautista desde hace años. Que Dios te Bendiga eternamente junto a los tuyos y haga derramar lluvias de bendiciones sobre ti. Un abrazo de pana (amigo)

  3. .. gracias por tus palabras, Antonio..
    .. el otro día leía el salmo 27 donde dice «aunque un ejército acampe contra mi, no temerá mi corazón».. eso no era poesía, un hombre sólo frente a un ejército de bárbaros de carne y hueso y mala sangre.. y yo pedía tener esa seguridad de David, esa confianza de David que sólo ante miles de enemigos sabía que no temería, pasara lo que pasara, porque YWHW estaba con él.. y yo me sentía tan débil ante la menor contrariedad.. en algunos momentos claves de mi vida me he sentido como tú te sentías..
    .. en realidad me gusta todo el salmo.. y cuando en el verso 10, el mismo David asegura de corazón:
    «Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, YHWH me recogerá».
    ¡Que seguridad! ¡Que fé!.. ¡yo quiero eso!..
    Que Él te bendiga y te guarde.. y siga acompañando tu camino.. y enseñándote a través de todas las cosas que las cosas que El permita que pasemos..
    .. un fuerte abrazo..
    thoti

  4. Gracias por tu testimonio, que hace bién a todos los que lo leen. Muchos hemos pasado por algo semejante.Cuando estamos algo aislados en cuanto al Servicio del Señor no le damos tanta importancia a las pruebas.Pero cuando estos ataques son dirigidos contra siervos como tu, estamos y nos comprometemos en el derecho de ayudarte con nuestra intercesión ante el ALTISIMO, para que él te mantenga firme y te dé las fuerzas necesarias para seguir adelante.
    Sigue firme; no estas solo, ya que esto no es lucha contra sangre y carne. Por ello cuenta con nuestro apoyo, tantode lejos como cuando el Señor permita que estemos ahí otra vez entre vosotros.

  5. Hola Antonio, sanos, fuertes y llenos de optimizmo nos encontramos en Gandia en Noviembre del 2009, confiando todos los días en que reposamos en las manos del Señor y Él es quién cuida de nosotros, sin embargo cuando estas pruebas vienen a nuestra vida nos entrenan para grandes proezas de fe y confianza plena en el Señor, como pastores muchas veces decimos a nuestros discípulos «no temas que él Señor está contigo» y cuando nos encontramos en la plancha del quirófano es cuando conocemos el verdadero y maravilloso sentido de estas palabras. Doy gracias a Dios por la prueba superada, y me alegra saber que éste 2010 será un año de plenitud para tu vida y ministerio, nos veremos en Gandia, con un corazón nuevo y una mayor pasión por los Hombres Por España para Cristo. Tu amigo

  6. Querido hermano Antonio:
    Gracias por tu testimonio. No sabía que habías pasado por semejante prueba. Te entiendo perfectamente, porque a mí me ha tocado ya varias veces eso de ir en camilla al hospital, esperar horas interminables en un pasillo, ver cómo al final te ingresan, etc. Y también he experimentado muchas de esas sensaciones y pensamientos a que tú aludes. ¡Tan fácil como es decir cuando estás hablando del Señor, o simplemente pensando en él, que en todo interviene para bien de los le aman!
    Una cosa que me ha llamado más la atención: ¿Cómo se te va a llevar ya el Señor, si todavía no has llevado a cabo todos sus planes contigo? También yo suelo pensar algo así. Hace un tiempo me dio el tema del próximo libro que quiere que escriba. Y parece que esto es una garantía ¿verdad? Pero también pienso que los planes del Señor no son los nuestros y, como al Señor no podemos entenderlo en plenitud, siempre nos puede sorprender con algo que no habíamos imaginado.
    En cualquir caso, esamos en sus manos y dependemos de él en todo y para todo. Así que ¡bendito sea!
    Doy gracias al Señor contigo por su presencia y su providencia con nosotros.

    Un abrazo y que él te siga sosteniendo

    Maximiliano Calvo

  7. El es quien preservó la vida a nuestra alma y no permitio que nuestros pies resbalaran,
    Porque tu nos probaste, oh Dios; nos ensayaste como se afina le plata. Nos metiste en la red; pusiste sobre nuestros lomos pesada carga. Hiciste cabalgar hombres sobre nuestra cabeza; pasamos por el fuego y por el agua, y nos sacaste a abundancia. Sal. 66:9 – 13.
    Que mas te puedo decir querido amigo sino que nos tomaremos el cafe de siempre en Guayaquil, Ecuador o en cualquier parte del mundo y que Dios tiene todo bajo control en tu espiritu, alma y cuerpo (me refiero a ese corazon judoca que tienes, «deportista» ) . Bendiciones totales a tu vida

  8. En busqueda a que Dios me hablase sobre este tema, lo encontre y lei,a los pocos minutos me informaron que el esposo de una hermana que esta fuera de honduras le dio un fuerte infarto y pude hablarle con esta misma conviccion que Dios tiene todo en control, fue de grande bendicion y saludos desde honduras, que dios abunde en gracia y favor cada dia de sus vidas, adelante.

  9. HOLA PASTOR ANTONIO UN ABRAZO Y EN VERDAD HE ESTADO ECHANDOLE UN VISTAZO A TODOS LOS ARTICULOS QUE TIENE PUBLICADOS.
    EN VERDAD SON UNA BENDICION, ES NECESARIO DEPENDER DE DIOS POR QUE POR NUESTRAS FUERZAS NO PODEMOS. UN SALUDO Y QUE DIOS SIGA PONIENDEO ESA CARGA POR VILLAJOYOSA.

    DIOS LE GUARDE A USTED Y A SU LINDA FAMILIA AA/ JULIO CEDEÑO

  10. He encontrado este email revisando mi archivo, y ha llegado en buen momento porque estaba pasando una crisis familiar. Esas palabras de «no temor Jesús tiene el Control» me llegan también a mi y la crisis me esta pareciendo menos pesada, pero esto lo debo tener en cuenta en todo momento ya que se necesita refrescar la fé. El temor es inseguridad y eso es lo que estoy pasando, ya me dí cuenta. Debo aferrarme a Dios y confiar. Gracias muchas gracias por su ayuda. Si es posible les informaré del resultado.

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