El don del Espíritu Santo.

 

 

 

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
(Hechos 2: 38-39)

El apóstol Pedro, una vez que expuso ante la multitud la prueba de que Jesús era el Mesías prometido, invitó a los oyentes a arrepentirse y a bautizarse en el nombre de Jesucristo, para recibir el don del Espíritu Santo.

Como si se hubiera preparado un regalo (don) para cada uno de los 3.000 que le tomaron la palabra ese día, a Pedro.

Algunos podrán pensar que Pedro se dedicó a imponer sus manos a los que se bautizaron, confirmándoles a cada uno de ellos, con cualquiera de los dones que encontramos en 1ª Cor. 12:1-11; pero no fue así exactamente, todos recibieron su don, incluso les prometió que lo recibirían los hijos de los oyentes, incluso para los que en ese momento se encontraran lejos, y para todo aquel que Dios llamare.

El don que recibieron ese día los que se arrepintieron y se bautizaron, fue el mas importante de los dones de Dios, y que desde entonces alcanza a todos aquellos que se arrepienten y se bautizan en el nombre de Jesucristo.

Recibiendo de su mano el mas genuino don de Dios, el regalo de la eterna salvación.  (Efesios, 2:8)

 

 

¿Podrías pensar en ello? 

 

 

 

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