Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.

Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos.  (Éxodo, 3:15)]

Cuando el señor quiso llamar la atención de Moisés, apacentando este las ovejas de su suegro Jetro, lo hace desde una zarza ardiendo, presentándose, para que no tuviera ningún temor, como el Dios de su padre, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. Aunque esto no le impidió que el temor reverente le hiciera cubrirse su rostro para no mirar a Dios. A un Dios del que había oído hablar a sus padres, pero al que no conocía personalmente.  (Éxodo, 3:1-6)

Porque en verdad lo que el Señor desea es que le conozcamos personalmente, para mantener una relación de lealtad, compromiso y pacto, con cada uno de nosotros.

Buscando el Señor, verdaderos adoradores,  (Juan, 4:23-24)   que confíen plenamente en Él, (Hebreos,11:6)  y no teman ponerse en la brecha, intercediendo por otros, ante Él. (Génesis, 18: 23-25) (Ezequiel, 22:30)

Hombres de fe, adoradores e intercesores como lo fueron Abraham, Isaac y Jacob. (Hebreos, 11:8-21)

Pero lo más atrayente, es que cuando el Señor llama a alguien y que si este alguien, al oír la voz de Dios, le es fiel y le obedece, además de recibir la bendición del Señor, esta, (la bendición) no se queda estancada en él, sino que salpica al resto de su familia; bendición que al tiempo impregna y cubre totalmente a los que fueron salpicados; tan solo, por la fidelidad del que Dios ha llamado. Tal y como le ocurrió a Abraham.

Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.

…. y salieron para ir a la tierra de Canaan; y a la tierra de Canaan llegaron. (Génesis, 12.1-9)

Porque aunque la Palabra de Dios, no lo mencione taxativamente y tan a menudo como quisiéramos, todos sabemos que Abraham, era padre de Isaac, abuelo de Jacob y bisabuelo de José y de sus hermanos. Por lo tanto, la bendición y la promesa que recibió Abraham al obedecer al Señor, se extendió a toda su descendencia hasta alcanzar a todo el pueblo de Israel, generación tras generación.

Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti.   (Génesis, 17:7)

Nuestro Dios que es un Dios fiel, establece su pacto, generación, tras generación, con todos aquellos que le aman y guardan sus mandamientos. (Deut. 7:9)

Así que, todos los que hemos respondido al llamado de Dios, casados o solteros, jóvenes o viejos, hombres o mujeres; deberíamos tomar en consideración la importancia de ser fieles y obedecer en todo “al llamado”, para que la bendición recibida, sea una bendición además de compartida, transmitida; porque a nuestro Dios le encanta que todos aquellos a los que Él llama, sean los que inicien un nuevo linaje de creyentes, comenzando por los de su familia.

Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; Antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos.   (Deut. 4:9)

Teniendo como claro ejemplo lo acontecido (como todos sabemos) al carcelero de Filipos, que cuando le pidió a Pablo y Silas que es lo que debía hacer para ser salvo, estos le contestaron lo siguiente:

Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.

Asegurándole que al creer primeramente él, en el Señor Jesucristo, estaría abriendo el camino, para que los de su casa (familiares y demás) recibieran también la salvación. (Hechos: 16:25-34)

Así que, sobre los que somos padres, recae (en todos) la responsabilidad de ser los primeros, si es que hemos oído el llamado de Dios para obedecerle y servirle, en poder llegar a ser verdaderos hombres de fe, adoradores e intercesores, al igual que lo fueron Abraham, Isaac y Jacob, para que nuestros hijos y nietos, puedan alcanzar la bendición que Dios ha derramado sobre nosotros.

Porque nuestro Dios, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, no solo desea ser nuestro Dios, sino también el Dios de toda nuestra familia, de nuestros amigos, de nuestra calle, de nuestro barrio, de nuestra ciudad, y de nuestra nación; hasta alcanzar toda la Tierra. (Habacuc, 2:14)

Amén y amén.

Y comeréis allí delante de Jehová vuestro Dios, y os alegrareis, vosotros y vuestras familias, en toda obra de vuestras manos en la cual Jehová tu Dios te hubiera bendecido. (Deut. 12:6)

¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quien estará en su lugar santo?
El limpio de manos y puro de corazón, el que no a elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño.
Él recibirá bendición de Jehová, y justicia del Dios de salvación. Tal es la generación de los que le buscan, de los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob.
(Salmos, 24:3-6)

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

2 comentarios sobre “Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.

  1. Buen articulo, lo esencial está en el compromiso y el obedecerle a El, por esto no ocurren mas cosas de las que quisieramos. Un abrazo. MANUEL.

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