Herreros de Dios

 

Y en toda la tierra de Israel no se hallaba herrero; porque los filisteos habían dicho: Para que los hebreos no hagan espada o lanza. Por lo cual todos los de Israel tenían que descender a los filisteos para afilar la reja de su arado, su azadón, su hacha o su hoz.
Y el precio era de un pim por las rejas del arado y por los azadones, y la tercera parte de un siclo por afilar las hachas y por componer las aguijadas.
Así aconteció que el día de la batalla no se halló ni espada ni lanza en mano de ninguno del pueblo………..
(1 Samuel 13:19-22).

Una de las primeras decisiones que adoptan los ejércitos vencedores es la desarmar a los vencidos.

Los filisteos tenían bajo su dominio al pueblo de Israel, le habían vencido; además de vencido, humillado y desarmado.

No se les permitía tener ningún tipo de arma, es mas ni siquiera se les permitía que hubiera herreros entre ellos, ya que un herrero podría fácilmente llegar a ser un forjador de espadas.

Cualquier israelita que tuviera necesidad de afilar o restaurar alguna herramienta tenía que recurrir necesariamente a los herreros de los filisteos.

En la actualidad y espiritualmente hablando, nos encontramos en la misma situación que en tiempos del profeta Samuel: el mundo entero está bajo el maligno, se encuentra desarmado espiritualmente, no tiene medios ni sabe como forjar armas, debe recurrir a los herreros que el adversario ha preparado y levantado.

Psiquiatras, psicólogos, filósofos, parasicólogos, adivinos, curanderos, echadores de cartas, médiums, yoghis, interpretadores de sueños y un largo etcétera, son los modernos y nuevos herreros del alma, donde se debe acudir, para poder restaurar cualquier vida, pagando un precio muy alto por ello.

Pero a pesar de la mentira y de la opresión del maligno, el Señor Jesucristo ha preparado y levantado sus propios herreros, rompiendo así, toda dependencia de las obras del maligno; hombres y mujeres dispuestos a trabajar en la fragua divina, forjando armas espirituales, por medio de la oración y la palabra de Dios.

Haciendo frente a cualquier argumento que quiera desacreditar la obra de Nuestro Señor, con la intención de que cualquier necesidad ya sea física o espiritual, llegue al trono de gracia, pudiendo así ser restaurado, cuerpo alma y espíritu.

 

Que la gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

 

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