La Influencia de Jesús.

 

 

Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban, y les reconocían que habían estado con Jesús.  (Hechos, 4:13)

Se supone que todo aquel que se acerca a Jesús, es porque hay algo en él, sin saber exactamente el qué, que le atrae.

Atracción que va en aumento de manera que se le va conociendo mejor, y aceptando sus enseñanzas.

Enseñanzas, que van haciendo mella y que impactan en los que son atraídos, de tal manera, que incluso se cambia la forma de pensar y por lo tanto de comportarse. Es lo que les sucedió a los primeros seguidores de Jesús. (Juan, 6:67-69)

Que es lo que les suele suceder también a todos los que le siguen, si es que son enviados por el Padre. (Juan, 6:44)

Porque hay quienes le siguen, sin haber sido enviados por el Padre, por lo tanto, la influencia de Jesús en ellos, a pesar de conocer sus enseñanzas y doctrina, es prácticamente nula. (Juan, 8:47)  (Sant. 1:22-24)

Debido a que existe un choque entre lo que una gran mayoría cree que está bien y que es justo, pero que es totalmente contrario a las enseñanzas de Jesucristo. Siendo este “choque” lo que hace nula la influencia de Jesús, en todos aquellos, que inseguros y con muchas dudas, solo desean información sin ningún compromiso. Y esto es así, porque la sociedad, el mundo, en que hemos crecido y vivimos, ha dejado de lado cualquier tipo de compromiso, abrazando y magnificando “lo políticamente correcto”, estableciendo para ello, leyes y formas de comportamiento que lo afirmen y respalden, y que muchas de esas leyes y normas de conducta, son totalmente contrarias a la Ley y voluntad de Dios.

¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! (Isaías, 5:20)

Pero que todos aquellos que han sido “tocados” por el Espíritu Santo de Dios, se dan perfecta cuenta de las diferencias existentes entre las leyes de los hombres que son mutantes (cambian) y la Ley de Dios que es inmutable, (no cambia) inclinándose a cumplirla con agrado.

El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón. (Salmos, 40:8)

Las primeras cambian según país y costumbres, y según sean las necesidades de la ciudadanía, que es lo que aducen los gobernantes de turno para cambiarlas cuando así lo creen oportuno y conveniente para sus fines, aunque más bien es para justificar lo injustificable; sin tener en cuenta para nada a ese Dios, en el que muchos de ellos dicen creer. (Rom. 1:28)  Cuando la Biblia define “necesidades de la ciudadanía” como deseos de la carne. (Rom. 13:13-14)

¡Ay de los que dictan leyes injustas, y prescriben tiranías, para apartar del juicio a los pobres, y para quitar el derecho a los afligidos de mi pueblo; para despojar a las viudas, y robar a los huérfanos! (Isaías, 10:1-2)

En cambio la Ley de Dios, desde que nos fue dada no ha cambiado y es la misma para cada pueblo, país o nación, sin ningún tipo de distinción cultural, económica o social. Para todos es igual. (Nehemías, 9:13)

Existiendo una diferencia abismal entre la Ley de Dios y las leyes de los hombres, a saber: la Ley de Dios cambia a los hombres; los hombres, al contrario, cambian las leyes de Dios. (Salmos, 19:7-9)   

Este es el motivo que desde lo más profundo de nuestro ser, nuestro espíritu se sienta atraído e influenciado por Jesucristo al “toparnos” con Él, produciendo en nosotros un cambio tan radical, que extraña a nuestros amigos y conocidos que no llegan a comprender lo que nosotros vivimos y sentimos. (1ª Pedro, 4:3-5)

Porque ¿de que sirve que digamos que el Señor ha cambiado nuestra vida si con los hechos lo negamos?

Porque para nuestra vergüenza, aún hay muchos que diciendo conocer al Señor, con sus hechos lo niegan, haciendo daño a todo el cuerpo de Cristo con su nefasto comportamiento. (Tito, 1: 16)

El que dice conocer al Señor debe vivir como él vivió, teniendo el ejemplo de todos los personajes de la Biblia, incluso el de tantos hombres y mujeres que a través de la historia, dieron testimonio de la influencia que Jesucristo ejerció en ellos. Hombres y mujeres que se atrevieron a dejar atrás no solo comodidades o hacienda, sino pensamientos, opiniones, comportamientos, tradiciones y otras muchas cosas que durante un tiempo fueron muy importantes para ellos, pero que cuando conocieron a Jesús, no tuvieron ningún inconveniente ni problema en dejar de lado, sino todo lo contrario. (Filipenses, 3:7-8)

Al igual que es necesario, que todos aquello que lean este artículo, o más bien reflexión, permitan que el Espíritu Santo, si es que en verdad han (hemos) conocido al Señor, nos ayude a que se nos grabe en nuestra mente y en nuestro corazón, todas y cada una de las enseñanzas de Jesucristo, que son en definitiva toda Ley de Dios. (Hebreos, 8:10-11)

Para que con nuevas palabras; con una nueva actitud; con un nuevo comportamiento; la gente, al igual que lo reconocieron al oír hablar a los primeros discípulos y al ver como vivían, pueda, también decir de nosotros, que hemos estado, o mejor dicho, que estamos con Jesús.

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. (2ª Cort. 5:17)

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

 

Un comentario sobre “La Influencia de Jesús.

  1. Eso es lo que hace falta en nuestras iglesias, mas demostrar con nuestros hechos y cotidiano vivir, y menos hablar, que es lo que influye en los demas. Por nuestros frutos nos conocerán.

    Muchas gracias Antonio, Buen artículo. Abrazos.

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