La Llenura y el Poder en el Espíritu.

 

 

Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto. (Lucas, 4:1)

Y Jesús, volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor. (Lucas, 4:14) 

No sé si somos conscientes de la importancia de ser llenos del Espíritu Santo, y en que consiste esa importancia.

La verdad es que todos anhelamos ser llenos del Espíritu Santo de Dios, porque nos imaginamos que de esa manera vamos a conseguir una santidad extrema, además de poder llegar a movernos en altas y desconocidas esferas espirituales; reservadas solo para algunos privilegiados, (es lo que se cree) deseando ser uno de ellos.

Como si se pudiera llevar un distintivo que dijera: “LLENO DEL ESPÍRITU SANTO”.

Así que vamos a considerar brevemente, con toda humildad y sencillez de espíritu, en que consiste ser lleno del Espíritu Santo.

Prometió Jesús, a sus discípulos que les enviaría otro Consolador, el Espíritu de verdad, que solo ellos (nosotros también) podían recibir, con la sola condición que le amaran y guardaran sus mandamientos:

Si me amáis, guardad mis mandamientos.
Y yo rogaré al Padre, y os dará otro consolador, para que esté con vosotros para siempre; el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros y estará con vosotros.  
 (Juan, 14:15-17) 

Cosa que hizo después de haber resucitado y antes de ascender a los cielos: Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: recibid el Espíritu Santo. (Juan, 20:22)

Este otro Consolador, el Espíritu Santo, entre otras muchas mas cosas, tenía y tiene la función de enseñarnos y hacernos recordar. Enseña y aclara el Espíritu Santo, de manera convincente, comprensible y con sentido común, la Palabra y la voluntad de Dios, para que el mayor número de personas sin que importe su condición entiendan tanto lo uno como lo otro; y nos recuerda llegado el momento, o cuando la situación así lo requiera cual es la voluntad de Dios para ese momento o situación, a través de la enseñanza recibida y asumida: Mas el consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. (Juan, 14:26)

Llevándonos a conocer toda la verdad de Dios: Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que han de venir. (Juan, 16:13)

Verdad y conocimiento que nos llevará a enfrentarnos a todo lo que se opone a Dios, y a testificar sin ningún tipo de duda o temor, de lo que creemos y porque lo creemos. Teniendo como máximo exponente al mismo Señor Jesucristo que una vez lleno del Espíritu Santo, al salir del Jordán, fue conducido por el mismo Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.

Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. (Mateo, 4:1)                                                                                                 

Tentación que más bien parece una confrontación preparatoria, para otra de mayor envergadura, entre el príncipe de este mundo y el Hijo de Dios, al medirse con las fuerzas que ambos disponían, en ese momento; las de uno carnales y las del otro espirituales. Utilizando las armas (lo que mejor dominan) a su alcance; el primero, el chantaje, el poder corrupto y la religión adulterada; el segundo, solo la Palabra de Dios. Con el desenlace final que todos conocemos. (Lucas, 4:3-13)

Ser lleno del Espíritu, no se trata de ser un triunfador, ni un buen predicador, ni un buen exegeta, ni de un montón de cosas que creemos que son, y no son.

Ser lleno del Espíritu Santo significa, como discípulos de Jesucristo, estar capacitados y convenientemente preparados para enfrentarnos a cualquier adversidad, utilizando los medios (Efesios, 6:17) que el Señor ha puesto a nuestro alcance, con la convicción por lo expuesto, que “la llenura del Espíritu” nos va a conducir irremediablemente a situaciones espirituales extremas que tendremos que resolver también espiritualmente, echando mano o recordando toda la enseñanza en Cristo, recibida. Para que una vez solventadas estas, “ la llenura del Espíritu” nos lleve directamente “ al poder en el Espíritu” para que sin ningún tipo de duda o temor, seamos capaces de ser testigos de Jesucristo, comenzado en nuestra propia casa y en nuestra propia familia; también en nuestra comunidad; ante cualquiera y por donde el Señor nos lleve y quiera.

Es por lo tanto, el ser o estar lleno del Espíritu condición necesaria, para que todo hijo de Dios pueda ser un portador convincente del mensaje de salvación a él encomendado. Habiendo recibido el poder en el Espíritu para proclamar con valentía, honestidad y autoridad el nombre y las enseñanzas de Jesucristo, acompañándoles las señales descritas en la Palabra de Dios; siendo aptos para formar, preparar y capacitar a otros testigos (hombres y mujeres) allá donde el Señor de Gloria les envíe.

Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria,, y hasta lo último de la tierra. (Hechos, 1:8)

Porque la llenura del Espíritu, no tiene ningún sentido si no nos convierte en testigos de Cristo, con todo lo que ello conlleva.

A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.
Así que exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.     (Hechos, 2:32-33)

En pocas palabras, el Espíritu Santo nos llena para que seamos con poder, testigos de Nuestro Señor Jesucristo, actitud que nos va a llevar a tener mas y mejor relación con Dios, así de simple.

Amén y amén.

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

 

2 comentarios sobre “La Llenura y el Poder en el Espíritu.

  1. La llenura del Espíritu Santo es condición sine quanon para todo aquel que quiere caminar en dimensiones más cercanas al Padre Celestial. Para caminar en el atrio del templo, es suficiente recibir a Jesús como Salvador y perdonador de nuestros pecados: Entrar a la Casa de DIos, requiere recibir el Espíritu de adopción, o de HIJO, a través del cual podemos clamar; ABBA PADRE y así, entrar a la Casa de Dios para ministrarle a El y no al pueblo solamente, como lo hace el ministerio levítico. Ez. 44:10-16.
    Bendiciones y adelante.

  2. Estoy de acuerdo con Santiago, sin la llenura del Espíritu dificilamente se le puede servir a Dios con efectividad, aunque hay muchos que la llenura que recibieron en su día, la utilizan para sus propios fines, olvidando que lo que viene de Dios es para el servicio de Dios.

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