La Primera Piedra.

 

 

El relato de la mujer sorprendida en adulterio que nos ofrece san Juan en su evangelio, es de sobra conocido tanto por los estudiosos de la Biblia, como por lo que no los son. Utilizando a menudo la sentencia de Jesús -El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra- tanto los que creen en él, como los que lo niegan.

Con estas palabras, Jesús, dejó sin argumentos a todos los que acusaban a la mujer de haber quebrantado la ley de Moisés; ley que en verdad quebrantó al sorprenderla en flagrante adulterio, según algunos testigos.

Aunque Jesús, no prestó mucha atención a todos aquellos que acusaban a la mujer; pero que ante su insistencia pronunció esa frase lapidaria y nunca mejor dicho, que dejo sin habla a los acusadores. (Juan, 8:7)

Porque parece ser, que aunque no lo digamos, entendemos o mejor dicho, creemos, que existen dos tipos de pecados: los que se ven y los que no se ven; unos condenables y otros no.(Juan, 8:3-5)

Los que se ven son aquellos, en los que somos “pillados cometiéndolos” y por lo tanto condenables. Los que no se ven, al no verse ni conocerse, no se pueden condenar, por lo tanto nadie nos puede acusar de haberlos cometido, salvo nuestra conciencia y el Señor; ya que él, es el único, que ve y conoce, lo que no ven ni conocen los hombres. (Salmos, 94:9)

Que es lo que les ocurrió, a los que llevaron a la mujer a la presencia de Jesús, al removerles la conciencia el Señor, con sus palabras. Dejando muy claro que todos somos pecadores, y que sería bueno que primero arreglásemos nuestros propios asuntos o nuestras propias cuentas (pecados) con Dios, y que le dejemos los juicios, sentencias y condenas a Él. (Juan, 8:9)

Ahora bien, esto no significa que Jesús justificara de alguna manera el comportamiento de la mujer del relato, sino que dejó muy claro que nadie tenía derecho a condenarla, sin condenarse a sí mismo. (Rom. 2:1) Incluso Jesús, que podía hacerlo, no lo hizo, ya que él en varias ocasiones aseguró que no había venido a condenar sino a salvar. (Juan, 3:17; 12:47)

La condena no es propia de un hijo de Dios, tampoco es tolerar el pecado “por amor al pecador” porque a menudo nos asalta una comprensión desmesurada que nos impide denunciar el pecado, creyendo que con el tiempo todo se solucionará, porque se nos ha repetido tanto que “Dios aborrece el pecado, pero ama al pecador” que acunamos el pecado por miedo a que se pierda el pecador, consintiendo todo tipo de veleidades y despropósitos, al mostrarle nuestra comprensión y amor; Consiguiendo con ello que el pecado no abandone al pecador, ni el pecador al pecado.

Por amor, se puede, y se debe decir, sin ningún tipo de temor: estás en pecado; cuando la situación así lo requiera, para intentar corregir al que se encuentre en esa situación. (Sant. 5:19-20)

Porque no se trata de condenar, sino de restaurar; y para restaurar, se debe desechar todo aquello que no sirve, que es malo y que puede hundir hasta las profundidades del lugar donde el fuego nunca se apaga. (Marcos, 9:43)

Jesús, nuestro maestro, que era y que es todo amor, despidió sin condenar a la mujer sorprendida en adulterio, diciéndole: Vete y no peques más. [versi]43 8:11[/versi] No se trataba de una simple frase de despedida, sino que habían mas connotaciones en esa recomendación, tales como:

….Todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. (Juan, 8:34)

….Y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. (Santiago, 1:16)

Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor Nuestro.  (Rom. 6:23)

Así que ya sea visible u oculto, el pecado lleva a la perdición, y no por ocultarlo o tratar de olvidarlo, al no haber sido “pillados” cometiéndolos, van a desaparecer. Solo desaparecerán, como dice la Escritura, si arrepentidos los confesamos.

Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. (1ª Juan, 1:9)

No hay otra manera. No la hay.

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

 

Un comentario sobre “La Primera Piedra.

  1. DIOS LES CONTINUE BENDICIENDO. ME PARECEN MUY BUENOS SUS ESCRITOS; SOBRE TODO DEJA BUENA ENSEÑANZA A TODAS ESAS PERSONAS QUE TODAVIA NO HAN CONOCIDO DEL AMOR DE DIOS Y ANDAN CON ESA SEQUERA ESPIRITUAL.

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