Mentes cegadas.

Quiero comenzar esta reflexión con la parábola del sembrador, porque en ella,  asegura el Señor Jesús, la semilla que se siembra es la Palabra de Dios y una vez (sembrada)  en el corazón del hombre y dependiendo de la actitud, el resultado  puede ser diferente según el caso  y de hecho lo es: puede robarse, secarse, ahogarse o dar abundante fruto.

Esta es, pues, la parábola:

La semilla es la palabra de Dios. Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven.  Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan. La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto.  Más la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia. (Lucas, 8:11-15)

“Como la semilla profundiza en la tierra a la que fue arrojada, así la Palabra de Dios ahonda en los corazones, pero sólo afecta al hombre que quiere escucharla. Al hombre superficial, al hombre interesado o preocupado por las cosas materiales, la semilla de la Palabra no llega a germinar en él, porque Satanás roba la semilla. Solo los corazones que han quitado las piedras que empobrecen su vida y las zarzas que ahogan su existencia,  (los corazones deseosos de Dios) son los que de tal modo acogen la Palabra,  que los frutos, no se dejan esperar. Ahora bien, Dios que respeta las libertades, no fuerza la puerta del corazón del hombre”. Dios quiere echar raíces en el corazón del hombre, porque de él mana la vida:

Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida. (Prov. 4: 23)

Pero yendo un poco más adelante, en la segunda de las epístolas que el apóstol Pablo dirige a los corintios, se menciona que el motivo de que muchos se pierdan, a pesar de que se les predique el  genuino evangelio de Jesucristo,  se debe  a que tienen el entendimiento cegado por Satanás, el dios de este siglo, para   que no penetre en sus mentes la luz (Juan, 12:46)  gloriosa del Señor Jesucristo:

Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos. Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios. Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. (2 Cort. 4:1-5)

Como ejemplo, puedo decir que conozco a un hombre (ahora en Cristo)  que años atrás podríamos haberle incluido en el grupo “de los que se pierden” según señala san Pablo en esta carta a los corintios. No podía este hombre joven creer en lo que decían de Jesucristo,  ni en lo que leía en la Biblia,  porque (asombrosamente)  leía las Escrituras. Y  a pesar de tener una esposa cristiana, su incredulidad y ceguera eran extremas.  Pasado un tiempo, al ver tantas evidencias, en su corazón anhelaba conocer a Dios, pero su mente se negaba a creer; quería creer, pero no podía.

Finalmente a través de la oración (Salmos, 34:15)  de tres justos (uno de ellos su esposa) fue liberado de un espíritu de incredulidad que le tenía cegado el  entendimiento; porque  si el entendimiento es  la facultad que tiene la mente humana para pensar, reflexionar, comprender, comparar, analizar, discernir y decidir sobre distintas cuestiones,  la prioridad del dios de este siglo, según san Pablo,  es cegar (tapar) o inhabilitar el entendimiento, sobre todo en lo relacionado con el evangelio de Jesucristo, una vez sembrada la Palabra.  Ya que,   en cuanto  lo espiritual, el entendimiento permite que el ser humano  relacione el conocimiento (natural)  alcanzado, con el propósito y las normas de Dios,  y  esto, al conseguirse,  deja fuera de lugar a Satanás, como señalan las Escrituras:

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. (Efesios, 4:22-24)

De ahí el empeño de Satanás por controlar la mente humana. Ya que, controlando la mente, se controla el corazón de los hombres y como del corazón fluye la vida, se esmera en que el entendimiento esté en sus manos. Porque la mente,  es la puerta que utiliza Satanás para introducirse en el corazón del hombre y hacer que se considere como Dios, sabiendo (ya no necesita a Dios) el bien y el mal como le dijo a Eva: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. (Génesis, 3:4-5)

Puerta que, Satanás, el dios de este siglo, una vez cruzada, ciega y precinta, para tener el dominio integral del hombre. Debido a esto, el apóstol san Pablo, señala que el hombre natural, no puede percibir  las cosas que son de Dios,  y al no poder entenderlas, las rechaza, porque  le parecen además de tonterías, locura.

Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.  (1 Cort. 2:14)

Y para que el hombre natural  tenga sensación de libertad, el dios de este siglo, permite  que algunos destaquen en todo tipo de  artes, sobre todo en la farándula; en lo económico, en lo social e incluso  en política.  Actividades  que están bajo su control, dominio y autoridad, con el fin de alejarlos de Dios y  arrastrar influenciados por ellos,    a   muchos más: Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy.  Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos. (Lucas, 4:5-7)

A pesar de todo, cuando se creía (algunos aún lo creen)  que estaba todo perdido,  el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre,  (Apoc. 3:7) vino  para deshacer las obras del diablo (1 Juan, 3:8)   con este poderoso mensaje: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. (Luc.4:18-19)

Mensaje que nos retrotrae al principio de esta reflexión: El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba una parte cayó sobre el camino, y fue hollada;   otra parte cayó sobre la piedra,  y nacida se secó; otra cayó sobre espinos, y los espinos que nacieron con ella la ahogaron;  y otra cayó en buena tierra, y nació y llevó abundante fruto. (Luc. 8:4-8)  Por lo tanto,  el problema no es de la semilla sino del lugar donde cae.

Así que,  a pesar  que Satanás tenga cegado el entendimiento de los que se pierden, nuestra labor como hijos de Dios es seguir  sembrando la semilla y, dando  a conocer al Señor Jesucristo como único y suficiente Salvador. Por si alguien “tocado su duro corazón por la Palabra”  pudiera llegar a decir: Ayúdenme  en mi incredulidad. (Marcos, 9: 23:24)    Porque  según La Escritura, nada es imposible para Dios.

Y los que oyeron esto dijeron: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?  El les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios.  (Lucas, 18:26-27)

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

 

 

 

 

 

 

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