Para que el Mundo Crea.

 

 

Una de las peticiones que Jesús le hizo a su Padre fue que tanto sus primeros discípulos como los que siguieran a estos, fueran uno.

Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.
Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.
(Juan, 17:20-23)

Pero en mi opinión no hemos llegado a comprender aún, que significa ser uno. Uno en Cristo y uno con la Iglesia.

En la Biblia como Palabra de Dios que lo es, podemos encontrar disposiciones y preceptos que nos pueden ayudar a comprender un poco más el sentido de ser uno, y para ello vamos a utilizar como analogía el matrimonio, o mejor dicho como estableció el Señor que debía comenzar y ser la unión entre un hombre y una mujer:

Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. (Génesis, 2:24)

Porque para llegar a ser una sola carne, que en definitiva es ser uno con otr@, tanto el hombre como la mujer, deben dejar atrás no solo a los padres sino muchas más cosas. Ni familiares, ni amigos por muy entrañables que sean, pueden ser más importantes que el propio cónyuge. Ninguna actividad social o de cualquier otro tipo, que pueda entorpecer la relación matrimonial o desplazar al consorte debe realizarse, porque ser una sola carne, implica vivir con y para la persona con la cual se ha contraído matrimonio.

En otros lugares La Palabra incide que los creyentes, debemos ser del mismo sentir:

Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.(Rom. 15:5-6)

Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros.(2ª Cort. 13:11)

Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; (1ª Pedro, 3:8)

Ya que, si somos discípulos de Jesucristo, como se supone, nuestra meta debería ser la misma; y por lo tanto los medios para conseguirla idénticos, ya que, es inconcebible que habiendo creído en el mismo Dios, no circulemos por el mismo y único camino que conduce a su presencia.

Porque SER UNO, significa, que una vez “tocados” por el Señor y deseando compartir nuestra vida con él, es necesario el estar dispuestos a dejar todo aquello que puede dañar dicha relación o relegarla a un segundo término, en el orden de nuestra prioridades. (1ª Cort. 6:17)

Significa además, tener que dejar lo que a nuestra naturaleza carnal le parecía importante, (algunas relaciones, eventos sociales, etc.) para que guiados por el Espíritu Santo participemos en lo que en realidad es lo más importante, la Iglesia de Jesucristo. (Lucas, 18:29-30)

Porque si la Iglesia es el cuerpo de Cristo al faltarle algún miembro, es un cuerpo mutilado e inútil para desplegar todo su potencial en el Espíritu.

Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?
Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato?
Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso.

Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?
Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo. Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros.
Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios; y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro.
Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros.
De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan.
Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.  
(1ª Cort. 12:12-27)

De ahí la necesidad de ser uno.

Además como toda ley espiritual, (el ser uno lo es) los que se ciñan a ella, aunque enseñen falsa doctrina, por su coherencia y hechos, impactarán (de hecho impactan) y arrastrarán víctimas inocentes tras ellos. En cambio los que decimos que conocemos la verdad de Jesucristo, los que decimos que hemos nacido de nuevo y que por nuestra incoherencia y división, la tan deseada unidad brilla por su ausencia, no ayudamos en nada a que la gente crea que Jesucristo haya sido enviado por el Padre para salvación de todo aquel que en Él crea. Pareciendo más bien, por nuestra desunión, colaborar (sin pretenderlo) con nuestro adversario.

No sé si podremos llegar a la unidad tan deseada por el Señor Jesús, debido a que tampoco se, si estamos dispuestos a dejar (lo ordenó el Señor) como recién casados, a “nuestro padre” es decir a todo aquello que nos ha tutelado y dirigido a lo largo de nuestra vida, incluso actividades, doctrinas, conceptos, argumentos, etc., de nuestra “nueva vida” que nos lo ponen muy difícil, por no decir que nos lo impiden.

Pero lo que si se, es que el que clamó para que fuésemos UNO, lo dejó todo para poder sernos de referencia y darnos la vida eterna. Y a Él nos debemos.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan, 3:16)

Por lo tanto (en gran manera) de nosotros depende.

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

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