Predicando a Cristo.

 

 

Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad.
Los unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones; pero los otros por amor, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio.  ¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún.
(Fil. 1:15-18)

No me gusta la palabra “predicar” y menos aún la de “predicador” a pesar de que la Biblia las mencione a ambas a menudo; debido a que en ocasiones se utilizan dichas palabras, como eufemismo de algo o alguien que promete mucho, y nada da. O que se trate simplemente de un charlatán.

Pero, ¿qué se supone significa predicar? Pues según un par de los diccionarios consultados, manifiestan que predicar, es: Extender o defender una doctrina o unas ideas. Publicar o hacer patente y clara una cosa.

Que trasladándolo a los que nos interesa, viene a ser: Anunciar de manera clara y consistente la relación que el Señor desea que haya entre Él y los hombres, para que estos obtengan la salvación que les ofrece.

Debido a esto, el mismo Señor Jesús comenzó a predicar; y era un buen predicador. Muy bueno por cierto. (Mateo, 4:17)  Además también envió a sus discípulos a predicar, y desde entonces se ha seguido predicando la Palabra de Dios. (Mateo, 10:7)

Pero resulta que no todos predicamos de la misma manera y con las mismas intenciones; unos lo hacemos para tener una buena posición y un medio de vida seguro; otros por contienda, también los hay que lo hacen por provecho; pero los más, al haber sido enviados por el Señor, de buena voluntad, en obediencia a su Palabra y por amor a las almas.

Aunque lo importante, es que por una cosa u otra, Jesucristo, está siendo dado a conocer a las gentes; está siendo predicado. Utilizando el Señor a todo aquel que esté dispuesto a hacerlo, sin importar (aunque importa) el motivo por el que lo hace; aunque creo que el Señor desearía que fuera de buena voluntad y sin sacar ningún beneficio económico o de otra índole. Porque aunque nos cueste creerlo, algunos, nos beneficiamos de ello; creyendo los ingenuos que esto debe ser así, al ver las maravillas y milagros que estos predicadores en el nombre del Señor realizan, pero que como enseña un reconocido maestro de la Palabra, ser utilizado por Dios, no significa ser aprobado por Él; por lo tanto, hay de todo en la viña del Señor. (Mateo, 7:21-23)

Sé que la comisión ordenada por el Señor Jesús a sus primeros discípulos, fue que predicaran el evangelio, entendiendo que además de predicar deberían tener un testimonio íntegro e inmaculado; virtudes, de las que carecen (carecemos) aunque no todos, los actuales discípulos, a pesar de predicar bien; incluso algunos lo hacen tan bien, que consiguen emocionar a miles.

Pero no se trata de emocionar y menos de entretener; de lo que se trata es que por medio de la predicación de la Palabra de Dios se alcancen muchas vidas para Cristo. (2ª Tesa. 2:13-14)

Porque la predicación, es la llave que el Señor escogió y que utiliza para que por medio de la fe, su Palabra germine en los corazones de todos aquellos que la crean. (Rom. 10: 8-17)

Entendiendo por lo expuesto, lo que motivó al apóstol Pablo a apremiar a su discípulo Timoteo a predicar:

Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.
Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.
Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.
(2ª Timo. 4:1-5)

Actitud que todos, deberíamos asumir en obediencia al Señor, y más conociendo las enseñanzas y falsas doctrinas que están invadiendo la iglesia y causando entre los creyentes, no solo divisiones, sino el extravío de la sana doctrina. (Rom. 16:17-18)

Por lo tanto, es nuestro deber mantenernos en los principios bíblicos por el Señor establecidos, sin fluctuaciones de cosecha propia o ajena, para que el anuncio (predicación) de la palabra viva de Dios, consiga el objetivo deseado.

Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo. (2ª Cort. 2:17)

 

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

 

 

3 comentarios sobre “Predicando a Cristo.

  1. Cuánta precisión y conceptos concisos para transmitir y hacerte entender. Tu lenguaje siempre es accesible, rico y esclarecedor. Gracias y que el Señor continúe brindándote ricas bendiciones.

  2. Siempre me gusta leer tus artículos, porque hablas con todo tu ser, y se observa claro, limpio y sincero. Te felicito por tu don. Sabes Antonio, Jesus lleva un tiempo muy adentrado en «descubrir» la verdad y la mentira de tantos maestros que como dice la Palabra se «amontonan» hoy en día, y es sorprendente todo lo que está «sacando». Verdaderamente debemos abrir muy mucho los oídos y prestar atención a todo lo que se nos está enseñando, y por supuesto pedir discernimiento y leer mucho la Palabra que nos trae la verdadera sabiduría y comparar. Es increible, todo lo que se ha !colado! y te puedes tragar. Un beso, y a ver si nos visitáis que os necesitamos, o bueno si no podeis, a ver si nos acercamos nosotros Besitos para la tribu de la Vila, que ya son muchos! bendiciones

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