Sosteniéndonos en la Batalla.

 

 

Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim.
Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano.
(Éxodo, 17:8-9)

Y así, sin más, Amalec atacó a Israel. Sin ningún tipo de declaración de guerra, ni provocación por parte de Israel. La única provocación en cualquier caso fue que Israel era el pueblo de Dios, y el pueblo de Dios, por lo visto, vaya donde vaya, molesta simplemente con su presencia.

Así que, que no tuvo más remedio Israel que hacerle frente a Amalec, ante su inesperado y cobarde ataque. (Deut. 25:17-18)

Eran los amalecitas (Amalec) como todos sabemos, descendientes directos de Esaú hijo de Isaac y nieto de Abraham, que mucho tiempo atrás rechazó (vendió) la primogenitura que le correspondía por nacimiento y con ella la bendición de Dios.  (Génesis, 25:27-34)

Bendición y derecho de primogenitura, que adquirió Jacob hermano de Esaú, al anhelarla intensamente, y que una vez conseguida y ratificada por su propio padre, pasó de él a sus descendientes. (Génesis,  28:3-4)

De lo que se desprende que el odio y el rencor acumulado y una gran dosis de revancha espiritual, eran lo que se escondía detrás del injustificado ataque de Amalec, a Israel.  (Génesis, 27:41)

Durante la confrontación Josué peleaba con la espada mientras Moisés lo hacía con la oración, porque se trataba mas allá de toda duda, de un enfrentamiento espiritual.

Pero lo curioso era que las manos de Moisés se cansaban. No se nos dice que las manos de Josué se cansaban de pelear, cuando la lucha cuerpo a cuerpo en la que se encontraba inmerso,debía ser agotadora; sin embargo eran las manos de Moisés las que se cansaban de orar. (Éxodo, 17:12)

Teniendo que llegar a sostener las manos de Moisés, Aarón su hermano y Hur, su amigo. Era como he apuntado anteriormente un enfrentamiento espiritual, y por lo tanto los medios para salir airosos debían ser espirituales.

Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad. (Efesios, 6:12)

Amalec, al igual que entonces, sigue siendo una realidad en nuestros días, de ahí tantas desavenencias, disputas, divisiones y falsas doctrinas, que están dañando al pueblo de Dios, para que este no consiga llegar a disfrutar de todas y cada una de las promesas de Dios.

Intentando y a veces llegando a conseguir, que los que han sido llamados para mantener encendido el fuego de Dios, agotados, y cansadas sus manos, no puedan mantenerlas levantadas en oración, al no tener a nadie de su plena confianza que se las sostenga. Porque en verdad hay muchos, al igual que Josué dispuestos y preparados para la lucha “cuerpo a cuerpo”, pero muy pocos, para sostener a los que en “lo alto del collado” tienen la visión de lo que está sucediendo “en el valle”.

Entendiendo (así lo creo) que cuando más espiritual e intenso, es el servicio, mayor es el peligro que se tiene de fracasar o de flaquear en él. Y para que esto no suceda, deberíamos rodearnos al igual que Moisés, de personas de toda confianza para que nos sostengan y apoyen en caso de necesidad. Porque, para poder vencer en lo natural, primero se debe vencer en lo espiritual.

Y a Dios gracias, que siempre habrá alguien preparado con la visión y la memoria suficiente, para entender la necesidad que tenemos los hijos de Dios, de sostenernos unos a otros en oración, para que nuestras fuerzas no flaqueen y consigamos, batalla tras batalla, alcanzar en Cristo Jesús, la victoria final.

Porque según Las Escrituras, y estas no engañan, la guerra es de Dios.

Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo.
Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-nisi; (Jehová es mi estandarte) y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación. 
(Éxodo, 17: 14-16)

Que el Señor, nos ayude a sostener las manos de todos aquellos que, (incluso) sin pedirlo, necesitan de nuestra ayuda, para mantener levantada la bandera de Dios, al haber sido llamados para ello.

 

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

 

2 comentarios sobre “Sosteniéndonos en la Batalla.

  1. No hay muchos que sostienen a sus pastores o líderes en oración; mas bien los criticamos y juzgamos. Incluso lo hacemos para poder ocupar su lugar, creyendo que nosotros lo íbamos a hacer mejor.

    Este artículo me ha hecho reflexionar.

  2. Un artículo muy bueno, que nos recuerda que debemos apoyarnos unos a los otros y en especial a quienes lideran hoy al pueblo de Dios donde quiera que se encuentre.

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