Obediencia, igual a servicio.

Como estudiante de la Biblia, al meditar en la Palabra de Dios, reconozco que, en ocasiones, al tener ocupada la mente en otras cosas, no le saco “el néctar o jugo” que ella ofrece.

En una de esas ocasiones, “pasé por alto” que, guardar los mandamientos del Señor, (Juan, 14:15) implica, inexcusablemente (si es que le amamos) el estar o entrar a su servicio. (Hechos, 26:19-20)

Y como servir, se entiende que es trabajar para o en beneficio de otra persona, al servir al Señor Jesucristo, trabajamos en beneficio del Reino de los Cielos. Por lo que además de serle útiles, (que es mucho) si le obedecemos en todo, llegaremos a tener el privilegio (como está escrito) de ser sus amigos.

Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.  Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.(Juan, 15:14-15)

Y no solo eso, además, tendremos también el privilegio de ser honrados, nada menos, que por el Padre Eterno.  Por lo que creo, que vale la pena obedecer y servir al Señor Jesucristo.

Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará. (Juan, 12.26)

¿Podrías pensar en ello?

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