Aprendiendo de Cristo.

 

 

Todos, o muchos de nosotros tenemos a Jesucristo, además de Salvador y Señor, como Maestro, es más, él personalmente afirma que lo es.

Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; Y decís bien, porque lo soy. (Juan, 13:13) 

Un maestro es la persona preparada para instruir, enseñar o dar a conocer cualquier materia del conocimiento humano. Todos aquellos que siguen las enseñanzas de un maestro, se les denomina alumnos o discípulos.

Estos últimos suelen asistir a las enseñanzas que les imparten sus maestros por diversos motivos; los mas, por deseo de adquirir conocimiento; otros por curiosidad; algunos de ellos por obligación; incluso también los hay que lo hacen por necesidad.

Muchos de los que seguían al maestro Jesús, lo hacían debido a sus muchas necesidades; necesidades adquiridas, quizá a consecuencia de algún problema emocional; aunque los mas, lo hacían por el deseo de ser sanados de cualquier enfermedad o dolencia; o simplemente, por la necesidad de asumir sus enseñanzas para poder llegar a ser como el Maestro. La cuestión es que Jesucristo, se pasó la mayor parte de su tiempo enseñando.

Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo la boca les enseñaba, diciendo…(Mateo 5:1-2)

Conociendo el Maestro Jesús, la pesada carga que lleva cada ser humano en el alma y que la inmensa mayoría de los problemas físicos (llámense enfermedades o dolencias) o psíquicos (amargura, soledad, tristeza continuada, depresiones, etc.) son consecuencia de esta fatigosa carga y que difícilmente se puede desembarazar de ella; y que, ni a través de religión alguna, ni escuela filosófica, ni por medio de tratamientos psicológicos, ni psiquiátricos se encuentra el resultado deseado, (todo lo mas que pueden hacer estos tratamientos, es que se ignore la carga, aunque esta continúe existiendo).

Jesús, nuestro Maestro, enseña la solución para soltar tan pesado fardo de pecado, Hebreos, 12 1-2 (que después de todo, esa es la carga) a todos los que están trabajados y cargados; asegurando Jesús rotundamente, que él les hará descansar, y que la única manera de liberarse es: llevando su yugo y aprendiendo de él, que es manso y humilde de corazón. (Mateo 11:28-30).

Como experto conocedor del alma humana, el Maestro Jesús, comprendía y conocía todas y cada una de las cuestiones, relacionadas con el hombre integral; espíritu, alma y cuerpo. Él sabía que el orden correcto en cuanto nuestra relación con el creador se había deteriorado, incluso en muchos casos no existía; y él había venido (entre otras cosas) a mostrarnos a través de su testimonio y de sus enseñanzas, la manera de que esa relación fluyera de nuevo correctamente, es decir, a reconciliarnos con Dios, ya que de ahí provenía tan engorroso lastre. (Romanos 5:10-11). (2 Corintios 5:18-19).

Para que de esa forma, la pesada carga de la enemistad con el Creador, una vez desaparecida esta, dejara de producir en nosotros amargura, depresión, enfermedad y dolor, al refugiarnos bajo el señorío y la guía de Jesucristo. (2 Corintios 5:17).

Consiguiendo de esta manera llegar a ser, (así como él lo era) mansos y humildes de corazón, que son requisitos imprescindibles según el Maestro, para poder asumir y desarrollar todas y cada una de sus enseñanzas.

Es más, estando Jesús siempre sujeto, a la voluntad de su Padre (Dios) él (Jesús) es el modelo a seguir, para que nuestro entendimiento sea totalmente renovado y este, transforme totalmente nuestra concepción de la vida. (Efesios 4:22-24).

Y que por medio de la renovación de nuestro entendimiento y de la transformación de nuestra vida, otras gentes deseen aprender del Maestro Jesús, para hallar a través de él, el total y pleno descanso para sus almas.

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

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