El Propósito de Dios

 

 

Sabemos o al menos lo intuimos, que el Señor no hace nada a ciegas; Todo lo que Él hace tiene un propósito.

Creó a Adán y a Eva con un propósito. Mandó a Noé que construyera el arca, con un propósito. Llamó a Abraham con un propósito. Igual que a Jacob, a José, a Moisés, a Josué, a Samuel y tantos y tantos personajes que encontramos en las Sagradas Escrituras.

Personajes que amaban a Dios, aunque a lo largo de su vida muchos de ellos tuvieron que enfrentarse a serios problemas y dificultades, creyendo en ocasiones que ese Dios al que tanto amaban les había abandonado.

Aunque el Señor nunca abandona a los que según su propósito llama.

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. (Romanos 8:28)

Si esto es así, nos podríamos preguntar, ¿porqué los que han sido llamados por Dios, ha menudo sufren serias penalidades? Y ¿cuál es el propósito de Dios?

Y las respuestas, como siempre, las encontramos en las Escrituras; así que para responder a la primera cuestión vamos a tomar como ejemplo a los dos primeros reyes que tuvo Israel: a Saúl y a David.

Ya desde antes de tomar posesión de la tierra prometida, el Señor, sabía que su pueblo demandaría un rey sobre ellos como tenían las demás naciones de su alrededor, pero el propósito del Señor, era escoger como rey a un hombre justo y temeroso de Dios.  (Deuteronomio 17:14-20)

Saúl, el primer rey de Israel, tenía toda la apariencia de un rey, al menos externamente, de noble familia, hermoso, joven y muy alto. Así que cuando los israelitas le pidieron a Samuel que pusiera un rey sobre ellos, les dio el anhelo de su corazón, alguien con apariencia de rey. (1 Samuel 9:2) (1 Samuel 10:24-25)

David, el que fue el segundo rey de Israel, era todo lo contrario a Saúl, a pesar de ser rubio, hermoso de ojos y de buen parecer, no tenía ante los hombres apariencia de rey, pero era un joven valiente y leal, además de ser temeroso de Dios; tenía aunque no lo aparentara, corazón de rey.(1 Samuel 16:11-13)

Como a todos, también a Saúl y a David, les llegaron situaciones inesperadas en las que debían poner a prueba su entereza y su dependencia de Dios.

Saúl, llegado el momento no estuvo a la altura de las circunstancias, (lo que se esperaba de él) desobedeciendo la Palabra que del Señor había recibido por medio del profeta Samuel. Importándole mas su propia estima delante de los ancianos de Israel, que honrar al Dios de Israel. (1 Samuel 15:23-26), (1 Samuel 15:30)

Una vez que David fue ungido como rey de Israel, comenzó para él un proceso que iba a durar varios años, proceso al que podríamos llamar de aprendizaje o preparatorio para el importante cargo que iba a desempeñar, cargo que estaba en el propósito de Dios. (Salmos 138:8)

Pasado el tiempo y culminado dicho proceso, siendo ya rey de todo Israel, amado y respetado por su pueblo y temido por sus enemigos, relajado aparentemente de sus obligaciones como rey, cayó en tan serio pecado, que sus consecuencias además de sufrirlas él, iban a alcanzar a toda su descendencia.(2 Samuel 12:7-10)

Pero a diferencia de Saúl, David arrepentido y con mucho dolor asumió su falta, y fue restaurado porque el Señor tenía un particular propósito para David. (Salmos 51:1-12)

Dos varones, ambos israelitas, e instruidos también ambos en la ley de Moisés, y aparentemente con el mismo llamado, (gobernar Israel) que ante una situación límite (de pecado) se comportaron de distinta manera, el uno con arrogancia ante Dios, el otro humillándose ante el mismo Dios. Actitudes muy diferentes, que nos ayudan a reflexionar y finalmente a comprender, cuál de los dos reyes fue llamado según el propósito de Dios.

No quiere decir esto, que sea necesario “caer” para saber si en verdad se está en el propósito del Señor, sino que en caso de caída, los que son llamados según el propósito de Dios, con mucha humildad y mansedumbre, asumirán las consecuencias de sus actos, (Hebreos 12:6-11)   aprendiendo para su propio bien una lección, que difícilmente podrán olvidar.

Y en cuanto la segunda cuestión, el propósito de Dios, es establecer su Reino en la tierra, que se haga su voluntad, y que todas las personas se salven y vengan al conocimiento de la verdad, es decir de Cristo, (1 Timoteo 2:4)  y  para ello llama a una serie de hombres y mujeres que solo Él (es lo que creo) conoce su corazón, (Salmos 37:30-31) y al que llama, capacita, y delega su autoridad en él, a través del Espíritu Santo. (Mateo 18:18-19)

No se para quien de los que lean este artículo tendrá el Señor un propósito, pero una cosa si que sé, que todos aquellos que entren en los propósitos de Dios, aunque caigan se levantarán. (Proverbios 24:16)

Aunque también sé, que es mucho mejor mantenerse firme en el propósito de Dios para nuestras vidas, que caer para saber si estamos en el propósito de Dios. (1 Corintios 10:12)

Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios, os tenga por dignos de su llamamiento, y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con su poder, para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo. (2 Tesalonicenses 1:11-12)

 

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

 

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