Estando Moisés en la presencia de Dios, en el monte Sinaí, le pide el Señor que le construya un Tabernáculo para habitar en medio del pueblo. Detalla el Señor el diseño y los materiales que debían utilizarse para la construcción del mismo; y que estos los debía aportar el pueblo de forma voluntaria.
Jehová habló a Moisés, diciendo:
Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda. Esta es la ofrenda que tomaréis de ellos: oro, plata, cobre, azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras, pieles de carneros teñidas de rojo, pieles de tejones, madera de acacia, aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático, piedras de ónice, y piedras de engaste para el efod y para el pectoral. Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis. (Éxodo, 25:1-9)
Les pide el Señor, entre otras cosas que ofrenden madera de acacia para construir el arca del pacto, (Éx. 25:10; 37:1) la mesa del pan de la proposición, (Éx. 25:23; 37:10) los altares, (Éx. 27:1; 37:25; 38:1) los varales para llevar estos artículos, (Éx. 25:13,28; 27:6; 30:5; 37:4,15,28; 38:6) las columnas para el velo y las cortinas, (Éx. 26:32, 37; 36:36) los armazones, (Éx. 26:15; 36:20) y las barras que los conectaban entre sí. (Éx. 26:26; 36:31)
Pero ¿Qué tenía de especial la madera de acacia para que el Señor la demandara?
En primer lugar, crecían árboles de acacia en los lugares desérticos por donde se movía o viajaba Israel. Es decir, podían conseguirla con facilidad debido a lo siguiente:
“El Midrash Tanjuma (Trumá 9) nos dice que Jacob vio con su espíritu profético que el pueblo de Israel debería construir el Tabernáculo después de recibir la Torá. Por lo tanto, trajo consigo plantas de semillero cuando descendió a Egipto desde la Tierra de Israel y las plantó en el camino. (Gén. 46:1-7) Así fue cómo, cuándo necesitaron la madera, los árboles ya eran maduros y tenían gruesos troncos, de más de dos siglos de edad”.
Vemos entonces que uno de los principales legados de Jacob a las futuras generaciones tuvo que ver con los árboles: las semillas que plantó, debido a lo que el Señor le dijo a Abraham: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años. Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza. (Génesis, 15:13-14)
Hasta el día de hoy, los majestuosos árboles de acacia son el símbolo del Neguev y del Sinaí. Ningún otro árbol es tan adaptable al clima árido, al calor extremo de día y al frío extremo de noche.
Pero lo más importante, es que la madera de acacia, es resistente a la descomposición debido a que el árbol acumula (según los expertos) en su “duramen” diversas sustancias que actúan como conservantes, haciendo que la madera resulte poco atractiva para los insectos y dificultando el paso del agua y otros agentes que la puedan alterar o descomponer. Por lo que el duramen, que se considera el corazón del árbol, al ser una madera dura y consistente, ayuda por su rigidez, a sostener el árbol desde, o en el centro del tronco.
Así que, si la madera de acacia, por su densidad y resistencia la hacían perfecta para que una estructura y sus componentes, * permaneciera a través del tiempo. Y si además iba a ser recubierta de oro puro, de plata o de bronce, la hacían inigualable para lo que iba a ser destinada.
Porque el oro, se asocia con la magnificencia y la gloria de Dios. El oro, al ser sometido al fuego, se purifica de sus impurezas. El oro se compara con la fe, la sabiduría y la buena reputación.
La plata, al igual que el oro, se somete a un proceso de purificación para eliminar impurezas. La plata simboliza o puede simbolizar, la fidelidad a Dios y a sus enseñanzas, contrastando con la idolatría y la adoración de objetos materiales.
El bronce es una aleación compuesta mayoritariamente de cobre y estaño. Es conocido por su resistencia, durabilidad y resistencia a la corrosión. Simboliza el juicio y la justicia de Dios sobre el pecado y la necesidad de un sacrificio para la redención.
Por lo que, si el corazón del hombre está purificado, “Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (Deut. 6:5) es decir, purgado de toda impureza y contaminación, como el duramen de la acacia, está preparado para ser recubierto, ya sea de oro, plata o cobre, para permanecer en el tabernáculo de Dios, que es su Iglesia.
Por esa razón, nos dice la Escritura: Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida. (Prov. 4:23)
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.
*Se cree que el Tabernáculo estuvo en uso durante más de 400 años.