¿Actores o espectadores?

 

Al disponer el Señor Jesús, de corto tiempo para preparar a sus discípulos, aprovechaba cualquier lugar y momento para instruirles a través de magistrales y edificantes charlas, sobre los negocios del Padre. Animándolos (además) no sólo a creer en Dios, cosa que ya hacían, sino a que creyeran también en Él. (Juan, 14:1) Les dijo también, (entre otras muchas cosas) que nadie podría ir al Padre, si no era a través de Él. (Juan, 14:6) Y, dejándoles un poco perplejos, añadió que, una vez que regresara al seno del Padre, de dónde había salido (Juan, 16:28) ellos, sus discípulos, estarían en Él y Él en ellos:

No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.  Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis.  En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. (Juan, 14:18-20)

Pretendiendo, que, al asumir sus enseñanzas, los que se relacionasen con sus discípulos, reconocieran que habían estado con Él, como según la Escritura , así sucedió:  Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús. (Hechos, 4:13)

Porque de lo que se trataba, y de lo que aún se trata, es que aquellos que hemos sido “tocados” al haber oído el mensaje de salvación, no nos quedemos como meros espectadores de una obra que pareciera no ir con nosotros.  Si no, que lleguemos a ser protagonistas destacados en la obra de Dios; de lo contrario, al no participar en ella, nos estaremos engañando a nosotros mismos como señala Santiago, (el que se supone hermano del Señor) en su epístola:  No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica. (Sant. 1:22) NVI.

El quid de la cuestión sería preguntarse, al igual que algunos judíos, que confundidos, al oír las palabras de Jesús, le preguntaron, cómo poner en práctica “las obras de Dios”, cuando la obra de Dios, (tuvo que aclararles) era, que creyeran en Él.

Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre. Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?  Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado. (Juan, 6:27-29)

Porque creer, que es sinónimo de hacer, lleva a vivir las palabras y enseñanzas del Maestro de Galilea y por ello, y para ello, quiso el Señor Jesús, morar en el corazón de sus discípulos (vosotros en mí, y yo en vosotros) para ser revestidos de Él. (Gal. 3:27) 

Por lo tanto, como un actor* es aquel que, intenta captar la manera de entender y hacer las cosas de otro, al ahondar en su forma de ser, es decir, en su personalidad, puede llegar a asumir su condición, comportamiento y maneras.  (Juan, 6:56) Que, en cuanto a lo referente a la Palabra de Dios, el tal, se podría considerar como un hacedor de la Palabra.

Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. (Gal. 2:20)

Y si entendemos como espectador a todo aquel que, conociendo la obra de Dios, la observa y no participa en ella, el tal, se engaña a sí mismo, al creer que sólo por oír y observar, forma parte de la obra de Dios, cuando la Escritura dice todo lo contrario:

Porque si alguno es oidor de la Palabra, pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural.  Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.  Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace. (Sant. 1:23-25)

Por lo cual, quiero terminar esta reflexión, aunque no se si llamarla así, porque tal vez no lo sea y sea un toque de atención para todos aquellos que habiendo confesado su fe en Jesucristo y haber pasado por las aguas del Bautismo, continúan contemplando, como expertos y asiduos espectadores, la obra de Dios; pero,  sin inmiscuirse en ella. Y animar  a su vez, a los hacedores de la Palabra (que llamaremos actores) a seguir trabajando en la obra de Dios, a tiempo y a destiempo, (2 Tim. 4:1-4) sabiendo que su trabajo en el Señor, a su debido tiempo, dará el fruto deseado:

Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano. (1 Cort. 15:58)

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

Actor*. –  Persona que al representarlo, toma la personalidad de otro.    Participante en alguna acción o suceso.

Espectador. – Persona que presencia una ceremonia, espectáculo, etc., o que observa con atención una cosa, generalmente, sin inmiscuirse.

2 comentarios sobre “¿Actores o espectadores?

  1. Algunas veces, no tenemos más remedio que convertirnos en espectadores pués no somos bien recibidos en la obra. Tampoco es preocupante, hay obras de mal gusto en las que no conviene participar… Los buenos actores y los más valorados son los que escogen «su papel» en la obra. También creo que depende del reparto de actores y de papeles. Voy a seguir meditando, es genial lo que se aprende!!!

    • En la obra de Dios, es decir al Evangelio, todos son bienvenidos, pero no todos están están dispuestos a seguir los dictados de Jesucristo, director y artífice de la obra de Dios, que dejó muy claro que aprendiéramos de Él, que era manso y humilde de corazón, porque de esa manera se encuentra el descanso del alma. Requisito indispensable para poder llegar a ser un reconocido y valorado actor por Él. Que es lo que nos interesa.
      Que el Dios de toda gloria te bendiga a ti y a los tuyos.

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