De la parábola del sembrador, la parte donde se cuenta que hubo semilla que cayó entre espinos, siempre me ha llamado la atención, porque a pesar de caer entre espinos, pudo, aunque con mucha dificultad, germinar y crecer, pero sin llegar a dar el ansiado fruto.
El que recibió la semilla que cayó entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de esta vida y el engaño de las riquezas la ahogan, de modo que ésta no llega a dar fruto. (Mateo, 13:22 NVI)
Es decir, había espinos en el corazón y la mente de las personas que recibieron la palabra de Dios, pero que, con el tiempo, al no corregirlo, creyeron poder contemporizar con Dios y las riquezas, cuando:
Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas. (Mateo, 6:24 NVI)
Y al querer acomodar su forma de vida a la palabra de Dios, y no la palabra de Dios a su vida, sabiendo, además “que la amistad con el mundo es enemistad con Dios” ahogados por las circunstancias (¹afanes y ²riqueza) llegan a ser “inoperantes” para Dios y sin posibilidad (tristemente) de dar fruto. Porque, dijo el Señor Jesús:
… El que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. (Juan, 15:5)
¿Podrías pensar en ello?
¹Afán: Preocupación por cosas que producen ansiedad, tensión y presión.
Describe bien esta palabra a una persona que tiene la mente dividida.
² Riqueza: Abundancia de bienes y cosas preciosas.