Lo que pide el Señor.

 

Oíd, montes, y fuertes cimientos de la tierra, el pleito de Jehová; porque Jehová tiene pleito con su pueblo, y altercará con Israel.  Pueblo mío, ¿qué te he hecho, o en qué te he molestado? Responde contra mí. Porque yo te hice subir de la tierra de Egipto, y de la casa de servidumbre te redimí; y envié delante de ti a Moisés, a Aarón y a María. (Miqueas, 6:2-4)

Se pregunta Israel, pueblo de Dios, al oír la reprimenda  que les dirige  el Eterno a través del profeta Miqueas, como o de qué manera,   al haber pasado por alto la voluntad de Dios, podrían enmendar la situación en la cual  se encontraban:

Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? (Miqueas, 6: 6-7)

La respuesta de Dios no se tarda, les recuerda el profeta lo que desde tiempo atrás sabían  y  no tuvieron en cuenta:

Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios. (Miqueas, 6:8)  

Reflexionando en esta respuesta, me vino a la mente la cantidad de veces que he oído decir a muchos de los nuestros,  incluso a mí mismo,  estar buscando la dirección del Señor,  al no saber qué hacer o qué decisión tomar. Esperando y a la vez  deseando  que un ángel me hablara  o  que lo hiciera el mismo Señor.  Cuando lo que pide el Señor es algo tan básico que no lo vemos o no lo queremos ver:  solamente  hacer justicia, amar  la  misericordia y humillarse ante Dios. Es  la respuesta que entiendo se necesita para ser encaminados por el Espíritu Santo, hacia donde nos quiera llevar, aunque tal vez, no es donde queramos ir.

Porque si la justicia es el principio moral que inclina a obrar y juzgar con honradez,  respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde, hacer justicia es llevar a cabo lo establecido  desde la antigüedad por Dios:

Y tendremos justicia cuando cuidemos de poner por obra todos estos mandamientos delante de Jehová nuestro Dios, como él nos ha mandado.  (Deut. 6:25)

Porque Jehová da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.  El provee de sana sabiduría a los rectos; Es escudo a los que caminan rectamente.  Es el que guarda las veredas del juicio, y preserva el camino de sus santos.  Entonces entenderás justicia, juicio y equidad, y todo buen camino. (Prov. 2:6-9)

Misericordia es el sentimiento y la virtud de compadecerse del pesar ajeno y obrar en consecuencia con palabras de aliento y acciones para mitigarlo. No debiendo confundir misericordia con lástima que es un sentimiento pasajero. Por lo tanto, amar la misericordia es la actitud generosa y desinteresada de aliviar el dolor del que sufre y hacer el  bien sin esperar nada a cambio:  

Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; Átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón; Y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres. (Prov. 3:3-4)

Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos. (Oseas, 6:6)

Humillarse ante Dios, es la actitud que deberíamos tener todos aquellos que hemos conocido su Señorío, Gloria y Majestad; porque  humillarse  ante Dios es reconocer que nada somos ni podemos sin Él. La humillación  ante Dios, conduce a reconocer y tratar a los demás de la misma manera en que queremos ser tratados; a la humildad como norma de vida,  para ser honrados  a su debido tiempo por el Padre Eterno:

Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. (1 Pedro, 5:5-7)

Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. (2 Cron. 7:14)

Tres principios (los mencionados)  establecidos por el Señor, para no errar;  para conocer lo que Él espera de nosotros, su pueblo. Porque cuando se practica la justicia, es decir,  cuando se guardan los  mandamientos de Dios; cuando se ama la misericordia, que es querer hacer el  bien; cuando nos humillamos ante Dios, reconociendo su grandeza y majestad, el Eterno, respondiendo a nuestra búsqueda de dirección nos   encamina al  lugar  donde podemos serle útiles para establecer y dar a conocer Su reino, dándonos, al estar listos,  los medios y la capacidad para ello.

No pide mucho el Señor para poder llegar a ser instrumentos útiles en sus manos, solamente: Hacer justicia, amar misericordia y humillarse ante Dios;  el resto, de Él depende.

Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.  (Marcos, 12:30-31)

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

 

Un comentario sobre “Lo que pide el Señor.

  1. Saludos y buenos días pastor desde Ciego de Avila, Cuba.
    Gracias por esa palabra, a veces nos olvidamos de estos 3 principios que siempre nos guiarán a la voluntad de Dios.
    Dios les bendiga y les guarde.

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