¿NO PUDO JESÚS?

Regresaba el Señor Jesús a su tierra, después de haber predicado, enseñado y sanado a muchos en distintos lugares de Israel, y al llegar se encuentra con la desagradable sorpresa que a pesar de admirarse de su sabiduría y de los milagros que había hecho en otros lugares, los suyos, no lo aceptaban. Es decir, le cuestionaban. Y como el cuestionar, da paso a la incredulidad, no pudo el Señor Jesús hacer ningún milagro entre sus paisanos, tal como lo relata Marcos en su evangelio.

1 Salió Jesús de allí y vino a su tierra, y le seguían sus discípulos.

2 Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos?

3 ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él.

4 Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa.

5 Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos.

6 Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos… (Marcos, 6:1-6)

¿Y no pudo el que caminó sobre las aguas, (Mateo, 14:25) al que viento y el mar obedecían, (Marcos, 4:37-41) el que resucitó a Lázaro (Juan, 11:43-45) y dio vista a los ciegos, (Mateo, 9:27-29) hacer ningún milagro en su tierra?

No sería que, más bien, que el no poder hacer el Señor ningún milagro en su tierra, no se debía a que el creador del mundo, (Juan, 1:1-3) “tuviera las manos atadas” sino que, el “no pudo” en realidad lo que significa es: Pudo ser, pero no ocurrió, porque no fue como se esperaba.  Es decir, sin fe. Por lo que decidió el Señor Jesús, no hacer ningún milagro en su tierra, por causa de la incredulidad de ellos, ya que, sin fe, es imposible agradar a Dios.  (Hebreo, 11:6)

Llevaba el Señor Jesús un buen mensaje, pero el mensajero no les parecía lo bastante bueno a los suyos, al preguntarse … ¿No es este el carpintero, el hijo de María…?  por lo que no aceptaron su mensaje, ya que, no se acepta el mensaje si antes no se acepta al mensajero.

Cuando el mensaje no podía ser ni más claro, ni más revelador:  El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio. (Marcos 1:15)

Pero ya, el profeta Isaías anunció que difícilmente iban a creer en el Señor Jesús, a pesar de haber hecho tantas señales delante de ellos, (Juan 12:37-38) por lo que no se cansó el Señor de motivar a la gente, y principalmente a sus discípulos a tener fe en él; es decir, a creerle: …Creéis en Dios, creed también en mí.  (Juan 14:1)

 Era fe, lo que deseaba el Señor Jesús que se arraigara (echara raíces) en el corazón de las personas, para que, al acercarse a Él, cualquier necesidad dejara de ser, al ser la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.  (Hebreos, 11:1)

Tal como le sucedió a una mujer con flujo de sangre que, por su sola fe, sin otra mediación, fue sanada de su enfermedad, al decirse a sí misma: “Si tan sólo tocare su manto (el de Jesús) seré sana”. (Marcos, 5:25-33)

Por lo que los apóstoles, sabiendo que la incredulidad es la barrera que impide que fluya la gloria y el poder de Dios, le pidieron al Señor que les aumentara la fe.

Entonces el Señor les dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate… (Lucas, 17:5-6)

Así que, el que lee, que entienda.

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

 

 

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