Y amarás al Señor tu Dios.

 

 

 

Hace unas fechas, fuimos invitados (mi esposa y yo) a la boda de la hija de un matrimonio amigo. Asistiendo muy gustosos a tan esperado y agradable evento.

Durante la ceremonia, el pastor que celebró el tan emotivo acto, disertó brevemente sobre el amor y su significado, tal y como figura en el capítulo 13 de la primera carta a los corintios. (1ª Cor, 13: 4-7)

Aunque no se detuvo en esta porción de la Palabra de Dios, tan conocida por muchos, pero (también por muchos) muy poco practicada. Sino que se dirigió a los contrayentes hablándoles del amor a Dios, para que se lo aplicaran a sus vidas. Tomando el siguiente texto para la exposición de la Palabra:

Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas….. (Marcos, 12:30)

Y estoy seguro, una vez expuesto y compartido el mensaje, como Palabra de Dios que era, no-solo hizo mella en los flamantes esposos, sino en todos los que participamos en dicha ceremonia; y de manera particular en mí.

Porque a pesar de conocer el verso citado, tenerlo memorizado y haberlo mencionado en muchas ocasiones, solo había calado en mí de manera superficial; sin haber nunca reflexionado sobre su sentido, y menos aún sobre su contenido. En pocas palabras, “me tocó”.

Y me tocó, porque no me había dado cuenta hasta ese momento, que no es suficiente creer y afirmar, que el Señor nuestro Dios, Uno es, y no hay otro fuera de Él. Tal como le respondió Jesús al escriba. Sino que a esa confesión debe seguirle el resto de la respuesta, para que no esté vacía de contenido: Y Amarás al Señor tu Dios, (así de contundente) con todo tu corazón, con toda el alma, con toda tu mente, y con todas tus fuerzas. Tal y como se expone también en: Deuteronomio, 6:4-5.

Y aunque no sé si estaré muy acertado, he parafraseado este verso para mejor ilustrar lo que voy a exponer:

Y amarás al Señor tu Dios, con y sobre todos tus sentimientos, (corazón) y sobre todos tus deseos, (alma) y con todo tu intelecto, (mente) y sobre toda tu actividad. (fuerzas)

Y hago esta sencilla interpretación, porque todos sabemos que cuando la Palabra de Dios, menciona el corazón, nos está hablando de sentimientos; como si de un cofre o baúl se tratara, donde guardamos muchas cosas; tanto buenas como malas y que algunas de ellas nos impiden relacionarnos debidamente con el Señor; al no poder o no saber, como deshacernos de muchas de ellas.

Que los deseos, (alma) cual marea oceánica, con sus flujos y reflujos, están continuamente unas veces acercándonos a Dios, y otras alejándonos de Él, sin poder permanecer definitivamente a su lado.

Que el intelecto (mente) a menudo, suele jugarnos malas pasadas al querer comprender cuestiones o verdades espirituales, o no tan espirituales, que tienen difícil explicación, haciéndonos en muchas ocasiones dudar, en cuanto la fe y en quien hemos creído.

Y que la actividad diaria, (fuerzas) nos mantiene tan ocupados, que casi no tenemos tiempo para Dios; dedicándole apenas, y cuando podemos, unos minutos, de tan atareados que estamos; trabajando quizá en obras sociales o tal vez en actividades de la iglesia, que nos hacen sentirnos bien y aceptados por nuestro mismo entorno, pero extraños para Dios.

Cuando lo que verdaderamente desea el Señor, (eso creo) es que ni nuestros sentimientos, ni nuestros deseos, ni nuestro intelecto, y menos aún nuestra actividad, sea la que sea, estén por encima del amor que le debemos profesar.

Pero, ¿Cómo se puede amar a Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas?

Pues no es muy complicado, si es que en verdad, lo anhelamos. Así que veamos:

Pueden surgirnos situaciones, y de hecho nos surgen, en las que los sentimientos, (los buenos sentimientos, porque de los malos no hablamos) se apoderan de nosotros, y nos lanzamos ya sea por compasión, solidaridad, o cualquier otro “buen sentimiento” a corregir lo que creemos incorrecto; sin tener un conocimiento exacto y fidedigno de lo que pretendemos corregir. Y al darnos cuenta de ello, o dudar de la decisión a tomar es este es el momento de detenernos y consultar al Señor y no dejarnos guiar por lo que nos dicte nuestro corazón, sino esperar que sea el Señor quien nos dirija y nos diga lo que hay que hacer. Este puede ser un pequeño ejemplo de lo que es amar a Dios con todo el corazón. (Prov. 4:23: 21:2)  (Jeremías, 17:9)

También puede suceder que nos atraigan, comportamientos o actitudes, que no nos parecen malas o inadecuadas, y de hecho nos gustan, aun sabiendo que la Palabra de Dios, nos recomienda que nos alejemos de ellos; y al obedecer (si es que lo hacemos) a lo que nos dice el Señor a través de su Palabra, lo estamos amando, con toda nuestra alma. Porque aparcamos nuestros deseos al ser contrarios a la Palabra y a la voluntad de Dios. (Efesios, 4:22)  (1ª Pedro, 1:14-16; 2:11-12)

La mente a través de razonamientos intelectuales o no tan intelectuales, intenta convencernos de la inutilidad de seguir los caminos del Señor; de que solo los incultos y personas mentalmente débiles pueden llegar a creer en la existencia de Dios y de su justicia; y de hecho, opinión tras opinión, conferencia tras conferencia, y libro tras libro, van ganando terreno, como si de una invasión se tratara. Así que al desechar cualquier pensamiento que nos haga dudar de la veracidad de la Palabra de Dios, y de la existencia del Dios Eterno, así como de su justicia, lo estamos amando con toda nuestra mente. (Efesios, 4:17-19)  (Job, 42:1-6)

Las fuerzas son todo lo que puede soportar el ser humano, tanto físicamente o como psíquicamente. No podemos dedicar toda nuestra actividad, ni al trabajo, ni al deporte, ni al estudio, ni al tiempo libre, para agotarlas y no tener ni una pizca de ellas para dedicarla a nuestro Dios, sino que debemos reservar lo mejor, físico o psíquico, de nosotros para Él, y para su obra, porque al hacerlo, lo estamos amando con todas nuestras fuerzas. Porque el Señor necesita hombres y mujeres totalmente sanos y fuertes para llevar su Palabra a lo largo de toda la Tierra. (Hebreos, 13:20-21)

Y para terminar, deseo aclarar, (aunque creo que ya lo saben) que amar al Señor nuestro Dios, sobre todas las cosas, no se trata solo de tener en cuenta algunos puntos de vista, (ejemplos) como los expuestos en este artículo. Sino de lo que se trata, es de vivir una vida centrada en Jesucristo, y de seguir todas y cada una de sus recomendaciones a lo largo de toda nuestra vida.

Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.  Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. (1ª Juan, 2:15-17)

 

 

Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.

 

 

 

2 comentarios sobre “Y amarás al Señor tu Dios.

  1. Después de muchos años y ahora leyendo este artículo, sigo preguntándome: Qué diferencian los sentimientos y las emociones?
    Por razones que no vienen al caso, me encuentro en un grupo de terapia(siempre pensando que de haberos tenido no me sería necesario)y estoy viendo cosas que no había visto antes. La psiquiatria no es la solución, la terapia tampoco, el conocimiento de la Palabra tampoco.. Quiero aprender además el poder de las palabras y de ahí mi pregunta al principio del comentario. Cuerpo? Alma? Mente? Fuerzas? Emociones? Sentimientos? Nos dió además el Señor poder de palabra? Necesito entender las palabras. Gracias

  2. Me parece muy interesante el comentario de Victoria y quisiera compartir con ella algo que quiza aclarará un poco mas su confusión.
    El ser humano ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios, es decir, en forma TRI PARTITA: ESPIRITU, que es la persona espiritual que DIos ha soplado o puesto dentro de nuestro cuerpo, la persona que en realidad somos delante de DIos, que viene de DIos y al término de la vida terrenal, vuelve a Dios que lo creo.
    ALMA: Es la parte de nuestro ser en el cual radican LAS EMOCIONES, los pensamientos, los sentimientos, los afectos, y la voluntad del ser humano. CUERPO es la parte fisica, la envoltura que contiene al espiritu y al alma, y que esta bajo dominio del alma y del espiritu.
    AMBAS ENTIDADES, ALMA Y CUERPO CONSTITUYEN LO QUE LA PALABRA DE DIOS DENOMINA CARNE y que se oponen al ESPIRITU o al ser espiritual que Dios quiere que seamos delante de EL. Galatas 5:16.
    Ciertamente la psiquiatria no es la respuesta a los problemas del ser humano MAS LA PALABRA DE DIOS SI LO ES. La ciencia ignora absolutamente todo lo del ESPIRITU, por eso no pueden diagnosticar y menos tratarlas, pero la Palabra de DIos es el manual del funcionamiento del ser humano. Espero despertar en Victoria, aun mas preguntas y ayudarle a encontrar las respuestas en la Palabra de DIos.
    Apostol Santiago. Medico , psiquitra, terapista familiar y siervo de Dios. Bendiciones

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