Yo me congrego. ¿Y tú?

 

 

 

Plantea,  entre otras cosas, el apóstol Pablo,  en la carta (se supone que la escribió él)  que dirige a los Hebreos, que no dejen de congregarse;  ya que algunos se habían acostumbrado a no hacerlo.   Los motivos de esta actitud no los menciona, aunque podrían ser muy variados, aunque injustificados.

Lo que si menciona es por qué  y para qué  debían congregarse. Porque para congregarse, en primer lugar,  debe haber convicción en quien se ha creído; porque si congregarse significa reunirse un grupo de personas para un fin determinado, ¿Qué motivo puede haber más importante (para los cristianos)  que reunirse en el nombre de Jesús? (Mateo, 18:20)

Porque no se trata de reunirse, por reunirse, sino de lo que se trata es que,  al  ser hijos de Dios, y coherederos con Cristo (Rom. 8:16-17) es necesario   el  prestarse atención unos a otros,   estimularse al amor mutuo  y a las buenas obras;  al igual que el   animarse (mutuamente) a mantenerse firmes en la doctrina aprendida, (2 Tesa. 2:15)  porque el congregarse, ayuda eficazmente a no sucumbir al poder del pecado y a mantenerse fieles a los mandatos del Padre. (1 Tesa. 5:11)

Y si el fin de todo hijo de Dios, es perfeccionarse en  el Señor Jesucristo con la imprescindible ayuda del Espíritu Santo y de La Palabra implantada en su corazón, el congregarse, según se menciona en la carta a los Hebreos,    ayuda mucho:  

Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras;  no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. (Hebreos, 10:23-25)

Así que, de nosotros depende.

 

¿Podrías pensar en ello?

 

2 comentarios sobre “Yo me congrego. ¿Y tú?

  1. Meditación muy valiosa y que nos sirve de mucha referencia a partir de las medidas que se están implementando en el mundo a causa de la Pandemia Covid-19, donde los cristianos están confinados en sus casas ante el cierre de locales que sirven de templos.
    Gracias mi estimado pastor amigo Don Antonio Sellés Ortigosa.
    Paz.
    (Rev. Ángel Javier Díaz Rojas)

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